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Channel: Acróbata del Camino
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POR QUÉ ME GUSTA RECIBIR POSTALES (UNA INVITACIÓN AL VANDALISMO)

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ATENCIÓN! Este post fue escrito para mi último cumpleaños, pero el pedido de postales sigue abierto, y felizmente, de vez en cuando, el cartero nos sigue visitando ¡gracias a todos Ustedes!

El próximo 28 de marzo será mi cumpleaños número 34. Una vez al año uno tiene que cometer ese acto de resignación ante la inevitable matemática. Pibe tenés 34. Lo que quiere decir, en primera instancia, que ya no sos tan pibe y, lo principal, que te va a ser todavía más difícil explicarle a cualquiera tu estilo de vida. Que uno ande cargando la mochila y tirando los dados en la banquina a los 20, vaya y pase, pero cuando alcanzaste la tercera década y la respuesta a la pregunta de “¿qué planes tenés para el futuro?” es “Me parece que me quiero ir a Mongolia”, estamos ante un caso de “bip, respuesta errónea, niñez extendida.” Niñez y no adolescencia, porque mientras en la edad del pavo uno aprende a emborracharse, a escuchar música y a llenarse de pecas, los imposibles, las empresas osadas –como llegar a la luna o dar la vuelta al mundo- son herencia exclusiva de la niñez. ¿Y qué tiene que ver esto con el título? Más adelante, más adelante….





Ahora bien, espejito espejito, ya te escuché, esas arruguitas incipientes no son de niño. Las veo al costado del rabillo de mis ojos, sobre todo cuando entorno la vista, y a cada lado de mi sonrisa. Si miro las fotos de hace seis o siete años, cuando recién iniciaba este viaje, descubro con sorpresa que esas líneas no estaban allí. Entonces pienso y lo que descubro me sirve de consuelo. Será que no fue sólo la marcha imperceptible del tiempo, la balística de la vida, ni un apoltronamiento urbano de stress y comida chatarra. Será acaso que esta piel curtida y esas rayitas como de jeroglífico junto a los párpados son obra del fantástico cincel de la intemperie. No es un dato menor: en los últimos siete años he pasado cuatro viajando, parado al costado de la ruta, esperando ese auto que me lleve por las rutas de 57 países, bajo el frío de Noruega, que me obligaba a caminar con una bolsa de agua caliente pegada a la cara, o con el viento patagónico que bajaba de los glaciares a estrellarse contra mi cara y tumbaba mi mochila. Supongo que habrá sido eso, el viento, el frío o el calor aplicados a esa cara de nene que perdí en alguna parte de los casi 200.000 km recorridos, durmiendo en faros, conventos o paradas de camiones. Más que los sellos en el pasaporte, son mis gestos los que acusan recibo del camino recorrido y se dejan conjugar por el verbo andar. Y todo para complacer a ese niño que quería dar la vuelta al mundo. En la medida que voy uniendo los puntos hacia atrás y encuentro una coherencia, perdono a las arrugas y me amigo con el tiempo.



Haciendo una arqueología, descubro que las primeras fantasías de viajar por el mundo brotaron como consecuencia de encontrar la vieja correspondencia familiar archivada en los viejos muebles de la infancia, Algunas eran cartas enviadas desde Italia por lejanos parientes transatlánticos. Otras eran postales enviadas desde EE.UU por mis viejos en el año que vivieron en Boston, allá por 1960, cuando el viejo estaba en la marina y lo mandaron en una bizarra maniobra militar. En todos los casos las estampillas de esas cartas me hacían viajar y evocar tierras lejanas. Comencé a coleccionarlas, y tal fue mi primera forma de poseer el mundo.


Con 12 años, ya reconocía los nombres de los países en su lengua autóctona. Me sentía convocado por lejanos castillos franceses y embrujado por nombres extranjeros como Magyar Posta (Correos de Hungría) o Territories Artique et Antartique Francoise. Experimenté la angustia por primera vez al comprender que sin importar cuanto viajara, no podría pisar jamás aquellos países que ya no existían, como el Imperio Otomano o la Ciudad Libre de Danzig (actual Gdansk, en Polonia), pero cuyas estampillas atrapaba para siempre en mi álbum. Pasaron los años, y en los últimos años de secundaria un profesor hippie llamado Ricardo me pasó (por debajo de la mesa, era una escuela católica) las armas teóricas –Hermann Hesse, Emil Cioran y Jack Kerouac-para forjar mi propia revolución, y no esperé mucho para salir a cazar ese mundo que antes sólo contemplaba en esas inmóviles maravilla dentadas que son los sellos postales.


Sé que hoy día ya nadie envía cartas. Ya aceptamos la era del Twitter y del Facebook, máscaras de una carrera por la inmediatez que nos deslumbran y limitan al mismo tiempo. Lo importante no es el mensaje que se envía –tecleado a veces sin meditación previa- sino que 1500 personas lo lean al instante. Yo, en cambio, me atrinchero. Soy de los que aún piensan que la demora puede cobijar algo de bello. Prefiero los mapas de papel al GPS, y la imaginación a esa pornografía geográfica que es el Google Earth. El mundo debe conservar ciertos velos. Disfruto del proceso en igual medida que del resultado, y por eso viajo a dedo. Y Dios nos libre de que un día el arte de la seducción también se simplifique y las chicas señalen su disponibilidad con banderines de colores, como los barcos. Por eso, en este cumpleaños número 34, les agradeceré sus mensajes por correo electrónico, ¡pero subo la apuesta! En homenaje a esas estampillas, que fueron mi primera manera de viajar, los invito, los desafío, a saludarme enviándome una postal desde el punto del mapa donde se encuentren, da lo mismo que sea Buenos Aires, Purmamarca o Tailandia.



                 Pocas cosas me alegran más que recibir postales. (Algunas de las que ya llegaron)

Para los que se animen a situarse del mismo lado de la trinchera que yo y se atrevan a llevar a cabo un pequeño acto de vandalismo contra la sociedad digital, me alegrará llegar en algunos meses a mi casa y encontrarme con su postal, con alguna colorida estampilla. Mi dirección (la nueva) es:

Juan Villarino
Francia 538 Piso 2 Dept 16
Monoblock 3. Esquina Reynoso
(2900) San Nicolás
Pcia de Bs As
Argentina



Además, no he abandonado mi vieja y querida colección. Así que, si limpiando el sótano se encuentran con cartas viejas, o alguna vieja colección huérfana descontinuada, ¡acá tienen alguien que se va a alegrar mucho de conservarla! Como decía Laura en su reciente post, y también nuestra amiga Aniko, prometo seguir resistiendo en la trinchera de la belleza, donde maduran las cosas que llevan su tiempo, como la buena música, los viajes interminables, las postales ¡e incluso las arrugas! Buenos Caminos...

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¡Recuerden! para recibir en su casa nuestros libros “Vagabundeando en el Eje del Mal” o “Un Tango en Tíbet” sólo nos tenés que mandar un mail a acrobatadelcamino@gmail.com El libro espera a todas las almas nómadas que necesitan un empujón para salir a recorrer el mundo con la mochila. Los enviamos por correo a todo el mundo. Más info aquí  ¡Gracias!


BALLET EN LA SALA DE BATALLA: EVENTO EN EL SEMILLERO DE LA PATRIA

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“¿Qué son los semilleros de la patria?” – le tuve que preguntar a Justo, un sociólogo de Cumaná, quien nos invitaba a presentar allí nuestro Proyecto Educativo Nómada. Con melodía, como todos los que creen de corazón en lo que dicen, Justo se refirió entonces a las políticas de inclusión social del gobierno de Chávez.  Nunca falta quien ve en la delincuencia el atajo más fácil hacia la dorada puerta del consumo. Por eso se crearon los Semilleros de la Patria, como un dispositivo para alejar del ocio y de las calles a los jóvenes de las zonas más vulnerables a través del arte, los oficios y talleres de todo tipo.

Uno de estos centros funcionaba en el barrio Brasil, donde nosotros estábamos parando, y guiados por Justo no tardamos en visitarlo. Los muros que rodeaban los amplios tinglados y salones lucían los previsibles murales “Construyendo el Socialismo” y los rostros de Bolívar y del Che. Si en Venezuela ambas figura se invocan constantemente, ésta vez me parecieron en su lugar exacto, embanderando una iniciativa inequívocamente destinada a elevar la calidad de vida del pueblo. Voy a ser sincero, por la manera en que llovía pensé que no iba acudir ninguno de los grupos de niños invitados por Justo. Pero me equivoqué: una manada de niñas inquietas, bochincheras, divinas, entró como un remolino al salón y antes de que pudiera pulsar “play” en el proyector y mostrar la primera foto ya me habían emboscado con un interrogatorio salpicado con risitas.


Los chicos disfrutaron las fotos, y yo aprendo siempre algo de sus miradas sorprendidas. Esta vez, me di cuenta de que aquí en Venezuela, donde se habla mucho de la integración latinoamericana los chicos nunca han visto fotografías del resto del continente. Cuando les preguntamos dónde queda Argentina o Bolivia se hace un silencio como si preguntáramos por Estonia. Tenemos que estar unidos, ¿pero quiénes? ¿y cómo? Mejor aún ¿cuáles son las diferencias o fronteras que se busca burlar con esa integración? Confío en que después de la charla, los niños podrán al menos evocar en su mente una imagen concreta de Argentina, Bolivia o Ecuador. Reflexionando llegué a la conclusión de que, en definitiva, todo discurso debe tener un correlato concreto de imágenes. De la misma manera que mis crónicas y fotos de Medio Oriente pretenden subsanar un vacío representacional o, mejor dicho, ser una contra-imaginería–en relación a la imagen cliché del terrorismo- nuestras fotos de Latinoamérica busca poblar con rostros concretos y anécdotas contextualizadas el discurso, en boga pero vacío, de la integración americana.
Seguro que se aburrieron con la reflexión así que, para compensarlos, quiero que se queden con esta imagen. Resultó que en ese  Semillero de la Patria, las niñas asistían a clases de danza. Y cuando se enteraron de que Laura había sido bailarina, la rodearon para suplicarle que les enseñara pasos de ballet. Ni Laura ni yo lo podíamos creer: estábamos en un barrio donde a veces se escuchan tiros, donde el horizonte de la juventud queda tristemente cerca, y las niñas querían aprender ballet. Entonces sí, esa no era ninguna mentira electoral ni el plano de ningún proyecto, era un semillero en el sentido literal de la palabra. Por qué será, que en los entornos urbanos más caníbales uno ve a la sombra del arte y se le hace un nudo en la garganta.
Para saber cómo convertirte en nuestro cómplice y ayudarnos con el Proyecto Educativo Nómada hacé clic aquí.


Y EL NIÑO DIJO "ES LA HUELLA DE UNA ESTRELLA" - CHARLA EDUCATIVA EN IRAPA

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El Proyecto Educativo Nómada pasó por la diminuta localidad pesquera de Irapa, en la Península de Paria, al Noreste de Venezuela. Como siempre, la idea es compartir con niños y adolescentes de comunidades que visitamos Laura y yo mientras recorremos el mundo. Esta vez, le tocó el turno a la Escuela Bolivariana Virginia Wolf. El contacto fue, como siempre, una rayuela caótica que siempre conduce al cielo pero parte desde cimientos impredecibles. A Irapa habíamos llegado sin contacto alguno, y tras sentarnos bajo un árbol en la plaza un buen rato, se nos ocurrió contarle a la gente de la alcaldía nuestro proyecto. Ellos nos llevaron a Defensa Civil, y así, como una bola de billar fuera de control que va tocando distintas coordenadas y formando una constelación de hospitalidad, llegamos a la casa de Julio y Oslidis, ambos familiares del jefe de Defensa Civil. Esta familia cuidó de nosotros con meticulosidad materna, nos prestó una casa en desuso perteneciente a la familia, y nos despertaron cada mañana con café con leche y alguna arepita! Entonces hicimos el contacto con la escuela donde Oslidis era maestra, y así llegamos a los chicos.

Si alguna frase siempre recordaré de este evento es cuando les preguntamos a los chicos qué veían en una foto en particular. La imagen mostraba a Lau posando su mano sobre una huella de dinosaurio en Marawa, Bolivia. Entonces, uno de los niños, dando rienda a la fantasía, respondió con toda confianza: ¡es la huella de una estrella! Lo corregimos, pero después lo pensamos mejor: acaso estos rumbos que nos van entrelazando tienen algo de estelares. Mientras tanto, seguimos viento en popa hacia la Gran Sabana venezolana. Gracias a todos por ayudarnos con el Proyecto Educativo. Para saber cómo sumarte, entrá aquí.

Buenos caminos y, ya saben, vuélvanse sobre sus pasos, a ver qué forma tiene su huella...

PARA VER CON LOS OJOS DE COLÓN - VIACRUSIS BOLIVARIANO RUMBO A MACURO

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En el confín norte de Venezuela existe una tierra intrigante, una península con forma de yunque y nombre de loco. Alguien la bautizó Península de Paria. No sé muy bien si fue la lontananza cartográfica o la nomenclatura poética lo que consonó nuestros pasos con sus débiles rutas, que en el mapa asemejan las vetas que zigzaguean las cortezas de las palmeras. Lo que sigue no es un relato, sino un aperitivo. Será que no falta tanto para comenzar a escribir el próximo libro y un malicioso impulso me incita a procurar el suspenso… Tras varios días en Cumaná marcados por la actividad del Proyecto Educativo Nómada, partimos por la llamada Ruta de Humboldt, no porque nos interesara seguir los pasos del geógrafo y botánico alemán del siglo XVIII en su exploración del Nuevo Mundo, sino porque la pista se internaba en valles montañosos y teníamos necesidad de alejarnos un tiempo de la cultura costeña. Nos habían dicho que la zona era productora de cítricos y hortalizas, pero a medida que avanzábamos de camioneta en camioneta ningún pueblo parecía investirse de ese carácter rural que extrañábamos de la América Andina. Finalmente una camioneta nos dejó en San Lorenzo, donde recibimos asilo en un convento de las hermanas de la Compasión. Las monjas eran tres españolas, mayores de edad, que hablaban despacito, y se movían por la amplia casona como lentas piezas de ajedrez. Pero estas piezas de ajedrez eran cordiales y nos preparaban una merienda de pancitos con mermelada natural de papaya. En un país que se había vuelto cada más grotesco las monjitas seguían cultivando sus zapallitos y papayas, y quizás custodiaban el Santo Grial, nunca lo sabremos. Fuera, una comitiva evangelista se había reunido en un evento de auto-afirmación y propaganda, con pancartas y bandas musicales. Un pastor arremangado y frenético dirigía una liturgia sin sentido que repetía “gloria a Dios” y “aleluyas” con métrica de reggaetón sin nunca decir nada concreto. Dentro de la casa, creo que hasta las monjas envidiaban el oficio de los francotiradores, sobre todo cuando el pastor les juró a todos que la lluvia que comenzaba a caer no era lluvia, sino aceite de Dios, y vociferaba “siéntelo, siéntelo, siéntelo” (otra vez el reggaetón) y perdía sus cuerdas vocales entre los acoples y la distorsión de los amplificadores.



 
Proseguimos hacia la Cueva del Guácharo, una enorme caverna cuya penumbra es hogar de miles de pájaros nocturnos. Después de visitarla una lluvia incesante cerró filas sobre el caserío, y apenas hubo intervalos secos en dos días, en los que corríamos a buscar berenjenas, cebolla, tomate y lentejas, a veces compradas en verdulerías, otras obsequiadas por productores acusiados por instinto maternal tras solemne declaración de principios y praxis mochileros. Buscamos luego lentamente el norte, otra vez hacia la costa, llegamos a Carúpano, siempre perseguidos por los baldazos cósmicos. Cruzamos la zona del mercado como una legión extraviada y cansada, balanceándonos entre charcos fétidos de los que bebían perros sarnosos, bella estampa de safari lacustre sudaca cuya proximidad con los alimentos en exposición era inquietante aunque nadie se inquietaba.


 





Con un nuevo sol partimos hacia Río Caribe. Como mencionó Laura en su post, durante las semanas pasadas habíamos empezado a entonar, a modo de invocación, el famoso “mantra del niño bolivariano”. Tanto cuando hacíamos dedo como cuando necesitábamos la urgente aparición de un techo, el villancico que alguna vez habíamos escuchado a un chofer de línea se posaba, como un ave ligera, en nuestros labios: “Si la Virgen fuera andina, y San Jose de Los Llanos, el niño Jesús sería un niño bolivariano”. Sí, la letra era terrible, pero resultaba, siempre caía sobre nosotros algún ángel de modales ostentosos a convidarnos la arepa de cada día. El caso de Río Caribe fue paradigmático ¿Habremos cantado demasiado alto? Nos esperaba una dosis exponencial de hospitalidad bolivariana. Nuestro mecenas bolivariano se llamaba William, era perforador de PDVSA, la estatal petrolera, en la Faja del Orinoco y regresaba a visitar a su familia en Rio Caribe. En ese trayecto nos subió a su camioneta y nos adoptó por tres días. William, uniformado con la camisa y gorrita de PDVSA, no lo sabía, pero era un embajador de su generación. De hecho, tengo la sospecha de que muchos de los patrones que observamos en la casa de William, tanto en la dinámica familiar como en la generosidad hacia los mochileros adoptados, hablan del momento histórico de Venezuela. Podría decir que la intensidad de la hospitalidad refleja la potencia con que mana el petróleo del subsuelo, y me quedaría corto. Podría también decir que la cantidad (de cervezas convidadas, de arepas apiladas, de hijos y sobrinos amontonados en la camioneta de William en la legendaria excursión a las haciendas cacaoteras) instala el tema de la abundancia como factor de felicidad del ser bolivariano. Y todo estaría inconcluso sino hablara de la despreocupación, y la inocencia en la ostentación. Para resumir, diré que zumbamos como una familia rodante por ríos cristalinos y aguas termales masticando patas de pollo y chorizos servidos en balde… Otro detalle: en Río Caribe me querían contratar para actuar de Jesucristo en el Via Crusis de Semana Santa. Si no hubiera faltado demasiado hubiera aceptado con gusto por el solo placer del absurdo (de hecho, la última vez que crucé una ciudad con una cruz en la espalda fue en Dusseldorf, Alemania, en 2005, por otros motivos imparesque no vienen al caso...)





 
Nos despedimos de las coquetas casas coloniales de Río Caribe y este Jesucristo de cotillón y su séquito llegamos a San Juan de las Galdonas, un enclave pesquero famoso por las enormes tortugas marinas que llegan a desovar a sus playas y por las lanchas pesqueras que zarpan de ellas contrabandeando cocaína o combustible. Para alojarnos esa noche, recurrimos al Comando de la Guardia Marina. Ellos nos pusieron al tanto del narcotráfico que sucedía en sigilo. Relataron, con épica de fogón, sobre contrabandistas apresados tras duelos pasionales tras peleas de gallos, y por la noche nos permitieron acompañarlos en su patrulla playera en busca de tortugas marinas, aunque no pudimos ver ninguna. Sorprendimos a varios bailoteando con sus AK-47 en el aire. Durante la formación, el alférez pasaba revista a la tropa casi adolescente, firme y rodeada por cuatro perros angustiados que se mordisqueaban las pulgas. Mientras tanto, nuestra compañera Ana entrelazaba el macramé en fila con los efectivos que desarmaban y engrasaban sus fusiles.







 
Tras una hermosa estadía en Irapa, facilitada por Julio y Oslidis, familiares del jefe de Defensa Civil, quienes nos prestaron una casa, nos regalaron ropa y nos deleitaron con gastronomía local, proseguimos con la caravana. Nuestra era llegar a Macuro, en el extremo de la Península de Paria, único punto del continente sudamericano que pisó Cristóbal Colón, durante su tercer viaje en 1498. No había carreteras por la costa norte de la Península de Paria, pero pudimos tomar una embarcación desde Guiria. Mientras observo arcos de playas vírgenes atareados de palmeras. Me conmueve pensar que imágenes semejantes fueron las que maravillaron a Colón en su primer encuentro con Sudamérica. La pequeña aldea de Macuro, con 2.000 almas, nos da la bienvenida con sus casas multicolores y sus galpones de la vieja aduana derrumbados. Paradójicamente, aquel primer punto de contacto permanece casi inexplorado, cubierto de bosques, y casi despoblado. Es como si el pueblo buscara protegerse del tiempo. En Macuro sólo hay dos vehículos, que quedaron atrapados en el pueblo cuando a la carretera se la comió la jungla. A los adoquines de las calles les creció el césped. Mujeres negras, descendientes de migrantes de Trinidad y otras islas del Caribe, nos ofrecen café en las puertas de sus casas. Los hombres fuman habanos enrolladlos con tabaco local. Si uno lee los monumentos dedicados a Colón en la ínfima plaza, se da cuenta de la particular interpretación de aquel 12 de octubre sostenida por los descendientes de quienes vieron las carabelas, descalzos, desde la arena.



Desde esta punta del ovillo americano empezamos a bajar hacia la Gran Sabana venezolana, no sin antes pasar por las Playas de Medina y Pui-Puy, para despedirnos de esa vida costera caribeña, de desayunar los cocos recién caídos de la palma, de mascar las amargas almendras de cacao que se fugan de las bolsas de red que cargan las camionetas. Nada como el embrujo minucioso de los alimentos oriundos del camino y no envasados y transportados. Esta caravana sigue hacia el sur, aceptando esos alimentos, y también los refugios provistos por los ángeles bolivarianos. Como hongos mágicos que despuntan tras la lluvia, cualquier transacción de calidez humana en esa línea de fuga que es el movimiento, se convierte en nuestro trono. Son flores inesperadas, germinadas a la lumbre de la inquietud que el sentimiento de lo infinito inculca en el alma viajera.

LAS MANOS QUE SOSTIENEN LA DULZURA: DONACIÓN EN EL HOGAR MISKY WASI

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Se acuerdan del Hogar Misky Wasi? En mayo de 2011, Juan y yo visitamos la ciudad de Sucre. En esa oportunidad, como parte de nuestro Proyecto Educativo Nomada, realizamos una charla educativa con las ninias que alli viven. Era la primera vez que combinabamos nuestra muestra fotografica con una actividad didáctica, y tanto ellas como nosotros, quedamos muy felices. Sin embargo, nos fuimos de allí con una sensación de vacío. Era evidente que el hogar necesitaba ayuda. Las nenas no tenían una buena biblioteca, faltaba materiales escolares y la ropa que estaban usando necesitaba un recambio.

Nueve meses después, y envalentonados por haber logrado donar la compu a la escuela shuar, decidimos volver a Misky Wasi. El Dulce Hogar, tal es su nombre en quechua, nos estaba llamando.  Aunque para ese entonces nos encontrabamos ya en Venezuela, nuestro Proyecto Educativo Nómada viajaría en manos de uno de nuestros cómplices, para hacer entrega de los libros, útiles escolares y ropa que habíamos logrado reunir gracias al apoyo de los cómplices. Esta vez, otro Marcelo sería el mensajero del esfuerzo en conjunto.

Marce Troncoso fue el eslabón final de esta cadena. Queremos agradecer a todos nuestros cómplices, pero especialmente a Marcelo Maquez y a Julieta Sassano, por coordinar la recolección de libros, y a Andrés, por estar siempre, siempre pendiente de estos dos locos ruteros.



Aquí les dejo un resumen, en palabras de Marce:

No llevo la cuenta exacta, pero hace casi un año que estoy colaborando con el Proyecto Educativo Nómada creado por Juan Pablo Villarino y Laura Lazzarino, (Acróbatas del camino). Cuando les conté que mis próximas vacaciones las pasaría en Bolivia, surgió una idea que consistía en realizar una donación al hogar de nenas huérfanas llamado Miski Wasi, ubicado en la ciudad de Sucre, Bolivia, donde los acróbatas habían pasado con el proyecto para dar una charla. La idea me cautivó desde un principio. Recordé la complicidad que tuvo Marcelo Maquez con el proyecto al acercar una Laptop a la comunidad Shuar de Ecuador y pensé que sería para mí todo un placer realizar la donación al hogar en representación del proyecto educativo.

Para realizar la donación necesitábamos la ayuda de los cómplices del proyecto, tanto es así que Marcelo Maquez y Julieta Sassano de Buenos Aires se tomaron el trabajo de juntar libros y útiles escolares para el hogar de las nenas, de esta manera me hicieron llegar todo vía encomienda a Rosario, Argentina.



De esta manera emprendí mi viaje en solitario a la tan esperada Bolivia. Un mar de aventuras me estaba esperando y yo iba preparado para nadar en él. Luego de un largo viaje, Potosí me recibió con los brazos abiertos, pero llenos de lluvia. El miedo a no poder visitar el salar de Uyuni me llevó a cambiar mi ruta. Decidí ir directamente a Sucre y pasar unos días hasta que el tiempo mejorara.

Los haces del sol se filtron por las cortinas iluminando mi habitación, y me despertaron de la mejor manera. Me levanté y le devolví el saludo de los buenos días al portero del hostel, salí hacia la calle con la mochila llena de alegrías y esperanzas en busca de un rápido desayuno y un intrépido taxista que lograra ubicar la dirección del hogar de las nenas. Antes de partir, me encontré con Nuria, una viajera belga a quién había conocido días atrás, y que se había entusiasmado con el proyecto. Nos recibió Miriam con una sonrisa de delfín y saludos de buenos días. Nos invitó a pasar. Desde el patio, las nenas nos miraban con curiosidad. Le conté a la responsable que venía en representación del Proyecto Educativo Nómada de Juan y Laura. Muy brevemente nos contaron algo sobre las nenas, que son víctimas de la pobreza y el abandono, de la violencia familiar y hasta se han detectado abusos sexuales en las niñas, algo realmente lamentable. El hogar es su refugio. Ellas viven de lunes a viernes en el Miski Wasi y los fin de semana la pasan con sus familiares o la gente que la tiene a su cargo. La idea del hogar es que no pierdan ese contacto familiar, ya sea directo o indirecto, puede ser un tío, una tía, primos, vecinos, sea quien sea que este al cuidado de ellas. . Este año se agregaron 3 niñas más que en total suman 25.



Antes de salir al patio a conocer a las nenas me quede observando un segundo un mural lleno de fotografías, entre las cuales había una de Laura junto al mural realizado después de la proyección. Muy tímidamente me recibieron las niñas. Para ganar su confianza les mencione que yo era amigo de Kim, la chica voluntaria que había trabajado allí y sugerido el lugar a Juan y Laura en 2011. Las niñas rápidamente mencionaron las fotografías y el mural, de la mano me llevaron adentro para verlo y nombraron, los camellos, los pingüinos y mujeres con las manos pintada. Nunca me sentí tan cerca de los Acróbatas del Camino. Debo confesar que todavía no los conozco personalmente, pero me llenó de alegría poder estar ahí donde ellos habían dado la charla, y dejado una huella bien marcada. Tomamos unas fotografías grupales junto a las niñas y también con algunas voluntarias. De esta manera nos despedimos hasta la tarde, pero en un instante teníamos por lo menos dos o tres niñas aferradas a nuestras piernas pidiendo que no nos vayamos y preguntando cuando volvíamos. Se me partió el alma, sentí unas ganas de llorar porque sabía que volver era muy complicado. Esa mañana con las niñas me di cuenta del amor y del cariño que les hace falta, pero para calmarlas un poco les dijimos que pasariamos por la tarde a recoger los dibujos que estaban haciendo para nosotros, y estar otro rato junto a ellas.




Miski Wasi y su gemelo de nenes, el Hogar Mallorca reciben un subsidio de la Fundacion Amazonia de España, que debido a la crisis que esta pasando ese pais será suspendido por un tiempo. En tanto el hogar Miski Wasi ya tiene a disposicion varias habitaciones ubicadas en el mismo lugar donde se podran alquilar para las chicas estudiantes, viajeras o valuntarias y asi de esta manera poder palear un poco mas la situacion economica. Si te interesa saber cómo hacer para ayudar a las nenas, trabajar como voluntario u alojarte allí para colaborar, escribinos al mail de contacto.

Por la tarde, Nuria y yo volvimos a buscar las cartas y a despedirnos de las nenas. Miriam nos acompaño a la puerta y nos volvio a dar las gracias. Nos dijo que estaba muy contenta por la donacion de parte del proyecto, nos recalcó que muchas personas se hacercan al hogar por única vez y luego no vuelven más, pero de esta manera es como si Juan y Laura hubiesen pasado por segunda vez.



La sonrisa de la oscuridad batallaba nuevamente con las primeras luces de la ciudad Nuria y yo, en medio de la noche, caminamos juntos por la hermosas callecitas de Sucre, pausadamente y en silencio, ambos pensando en todo lo que vivimos en ese momento. Creo que todo fue mucho mas de lo que yo esperaba y me sentí muy feliz de haber vivido una experiencia diferente. Agradeci a Dios por haber puesto a Juan y Laura en mi camino. Gracias a ellos pude experimentar miles de hermosas sensaciones con las niñas del hogar, pero sin dejar de pensar que podriamos haber hecho mucho más y que todo es posible en la vida. Si todos depositaramos un grano de arena a cada causa de bien para la gente y el mundo, quizás algo podríamos cambiar. Estoy seguro que no faltará otra oportunidad de poder colaborar con el Proyecto Educativo Nómada y que mis viajes no serán sólo por placer, sino por compromiso con la gente y por esta causa tan linda que han creado Juan y Laura. Desde todos los rincones del mundo los cómplices y la gente siempre les vamos a desear "Buenos Caminos".

Proyecto Educativo en Paramaribo: chupate esa mandarina, Dora!

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Me caes bien, Dora, pero te falta embarrarte un poco...

Era un dia promedio en Surinam, con algo mas de treinta grados y sofocante humedad caribeña. Llegamos a la escuela temprano, y aunque ninguno de los dos lo dijera, estabamos nerviosos. A pesar de que ya conociamos las fotos de memoria, todo el entorno nos presentaba un gran desafio: era la primera vez que ibamos a dar la charla en ingles, y para un publico no latino. Cada paso que nos acercaba al salon de clase, disparaba una pregunta en mi cabeza, y se me aceleraba el corazon: y si no les gustan las fotos? y si no entienden nuestro humor? y si no comparten el mensaje? Y despues el mismo nervio antes de entrar a un examen: y si no me salen las palabras? 



 Entramos al salon en medio del tipico bochinche escolar.  Alli nos recibio Elly, quien ya tenia todo preparado. Con una firme presentacion en holandes, en el tipico tono que usan las maestras cuando ademas de explicar quieren pedir silencio, nuestra amiga nos cedio el puesto. Me tome un tiempo para respirar, y comence probablemente a repetir lo que la maestra acababa de decir, pero esta vez en un idioma que yo entendiera. Y no fue facil. Frente a mi habia unos cuarenta chicos capaces de hablar tres lenguas de manera fluida: holandes, ingles y srnan tongo, o taki taki, como le dicen los que no la entienden. El taki taki es una confluencia todas las voces que pasaron por aqui, y que fue adoptada por los esclavos para poder comunicarse con sus amos, puesto que les estaba prohibido hablar en holandes. Como si todo esto fuera poco, en la escuela aprenden las nociones basicas de español... Osea: poliglotas.



Nuestros espectadores rondaban los siete u ocho años de edad, y no tardaron en abrir los ojos bien grandes cuando escucharon, esta vez de nuestros propios labios, que estabamos dando la vuelta al mundo a dedo. Y no puedo explicar como, de repente las ideas y las palabras me empezaron a fluir como un rio en su cauce. Y ya se sabe: Juan y yo somos complementarios, lo que se traduce a: si yo hablo como un loro es para suplir la falta de palabras-panic attack que se apodero de mi companiero (o sera que le teme a una horda de escolares exaltados e incontrolables?) 

La charla fluia, pero las preguntas no aparecian. Nadie quiso saber si en Antartida habiamos visto osos polares, o si habiamos paseado por las Piramides de Egipto. Subitamente, como invadido por una duda existencial, uno de ellos levanto la mano: "yo quiero saber cual es el proposito de su proyecto." Sonamos... Un enano de siete años me increpa como si se tratara de una entrevista de trabajo, y a mi me tiemblan las piernas. Le explico que las fotos que compartimos con ellos las tomamos nosotros, que queremos conocer otras culturas, hacer amigos, compartir con las escuelas lo que aprendemos en el camino. Se queda pensando por un momento, en una expresion demasiado adulta para sus rodillas sucias, y dictamina: "Entonces ustedes son como Dora la Exploradora! O mejor, ustedes son de verdad!" Alma vuelve a mi cuerpo. Sonrio. "Chupate esta mandarina, Dora!" Arremete mi cerebro en paz, pues he notado que el dibujo animado de la simpatica niña latina invade todos los espacios infantiles, mas alla de la television. Dora esta en cada cuaderno, en cada pared de los jardines de infantes, en cada barrilete que vuela y en cada cajita feliz. Y ahora, estaba encarnizada en nosotros, dos latinos con mochilas y un mapa siempre a la orden.



Ustedes entonces vendrian siendo como Dora...?


Cuando la charla termina, Elly nos avisa que los chicos del secundario esperan por nosotros. Y yo pienso: van a tener que trabajar muy duro para superar el ingenio de sus pares menores... (Se viene la segunda parte. Para saber cómo ayudar a los Acróbatas con el Proyecto Educativo Nómada, hacé clic aquí)

PRIMERAS ACTIVIDADES DEL PROYECTO EDUCATIVO EN BRASIL: 200 ABRAZOS

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El Proyecto Educativo Nómada tuvo su bautismo en Brasil, en la "Escuela Penha Brasil" de la ciudad de Boa Vista. Un orgullo estar en la tierra de Paulo Freire! Siempre supimos que dar nuestra primera charla en portugués iba a ser un desafío, lo que no habiamos (por suerte) imaginado, es que tendríamos que realizar 5 charlas en la misma mañana, para unos 200 estudiantes. Creo que inicialmente, los directivos nos abrieron las puertas de la escuela porque teníamos cara de buena gente -supongo- pero después de que el primer grupo (6to B) presencio la muestra, los rumores circularon por salones y  salas de profesores, y así fue que todos los 5to y 6to años comenzaron a desfilar por el aula donde estaban los Acróbatas.


Esta vez, la muestra estuvo ampliada, par dar lugar a las recientes fotos de Venezuela, Guyana y Surinam, con el fin de fomentar la integración del norte de Sudamérica. Nuestra gran barrera podría haber sido la lengua, pero con Laura improvisamos un "portunhol" que será para el recuerdo... A mí, si me faltaba una palabra, la mandaba una en italiano y le agregaba esa tonadita portuguesa. La mayoría de las veces, pasaba...


Y cuando le erraba me daba cuenta por las sonrisas de los niños. 





Tengo que decir que nos sentimos super cómodos en nuestra primera experiencia educativa en Brasil. Los chicos nos transmitieron esa alegría que es marca registrada nacional. Y lo digo literalmente, nos abrazaban, llegando de todos los puntos cardinales como jugadores de rugby. Cuando hubieron expresado su cariño recordaron la tecnología, y comenzaron a tomarnos fotografías con sus celulares.



Muchas gracias a Dilma (directora) y Lita (profesora de Historia) por su apoyo y confianza en nuestro proyecto. Ahi nos ven a Laura y a mí luciendo los honorables diplomas, que también incluían un seguro médico por afonía aguda. Muchas gracias a todos los que nos apoyan mes a mes para seguir trovando la confianza en la humanidad que nuestros pasos nos han inculcado.

EL PROYECTO EDUCATIVO EN HOGWARTS, PERDÓN, EN EL COLEGIO LOS ALAMOS DE LIMA!

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Al principio, cuando arrancamos con el Proyecto Educativo Nómada, tenía un pequeño dilema antes de entrar en instituciones privadas. Y claro, el proyecto va dirigido más que nada a la esfera pública. Desde que arrancamos con la iniciativa, hemos pasado por comunidades huarpes del desierto mendocino, donde la difusión se hacía por radio y donde la gente llegaba al evento a caballo desde su chacra, por asentamientos en Villa Lugano y hasta en geriátricos en Venezuela. La idea es llegar y compartir en esas coordenadas donde normalmente nadie se pelea por llegar.

Pero claro, de vez en cuando, nos invitan de escuelas o universidades privadas y nunca o rara vez decimos que no. En esos casos nos preparamos con algunas armaduras –porque uno nunca sabe lo que encuentra- A decir verdad, las experiencias más raras nos han pasado en las altas esferas de la academia…

Durante una conferencia en el Instituto de Comercio Exterior del Standard Bank, una alumna correctamente maquillada le preguntó a Laura cómo guardaba los zapatos de taco en la mochila. Luego, en el Instituto San Juan Bautista de San Nicolás, nos quisieron regatear el valor de la charla que ellos mismos habían fijado y metieron alumnos por la puerta de atrás en puntas de pie. (Pagaron en término, sí, después de comprobar que el Don Google ponía nuestra denuncia en primera plana)



Por eso cuando en Lima, nos invitaron al colegio Los Alamos, Lau yo nos miramos como recordando a la vaca, a la leche caliente y al llanto al mismo tiempo. Pero claro, esta vez era distinto. Quien nos invitaba –y quien ya nos había comparado con Marco Polo ante todos sus alumnos- eran Víctor y Paola, pareja viajera de Lima, quienes nos alojaron durante toda nuestra estadía, y no queríamos fallarles. No pedimos un centavo, lógicamente. Y asistimos, mejor vestidos que de costumbre.

¡Fahhh… esto es Hogwarts! – le dije a Lau, no pude evitarlo, al ver la arquitectura de la escuela, y al entrar y comprobar los largos pasillos, patios azulejados y columnatas donde su hubieran podido ambientar sin problema duelos medievales a capa y espada.

Comenzaron luego a entrar los niños… O debo decir, pestañe, y allí estaban todos sentados. Habían entrado como una brisa, educados, en silencio. Tenían camisas amarillas como si se tratara de un equipo de fútbol. Con sus lentes –no olvidemos que estamos en Hogwarts- tomaban asiento sin necesidad de que ningún preceptor los rebañe.  

Víctor nos presentó. Y claro, Víctor nos quiere mucho. Y se le fue la mano. En su exaltado tono de voz, que alcanzaba por momentos acentos místicos-era como si acabáramos de llegar de encontrarnos a Livingstone en Tanzania. Pensé que los niños iban a despegar como cohetes, de la efervescente curiosidad en sus miradas. Luego Laura tomó la palabra, e intentó explicarles a los chicos que éramos humanos. Pero cometió un error, dijo que podía preguntarnos lo que quisieran alzando la mano. Y entonces tuvo que intervenir el preceptor por primera vez, porque nunca había visto tantos niños juntos peleándose por preguntar algo. Todos potenciales futuros personajes de The Big Bang Theory.... y lo digo como elogio.






La charla fue encontrando su curso, y las imágenes desfilando. Predeciblemente, tuvimos que pedirles a los chicos que hicieran las preguntas a lo último. Porque cada país, o anécdota, iba como dardo a su fantasía y estallaban como juegos artificiales en preguntas lúcidas que jamás escuché decir con tanta naturalidad ni estudiantes de secundaria. Evidentemente, el nivel de cultural general era abrumador en uno de los cinco mejores colegios de Perú.

Y volvemos entonces al dilema del primer párrafo. ¿Por qué ir a escuelas privadas? Uno de los pilares de nuestro proyecto es derivar prejuicios, y fomentar la humanidad, el sentimiento de hermandad entre pueblos. Por eso medito y me digo. Esparcir estas semillas entre los más humildes es importante, pero también lo es hacerlo entre quienes en el futuro, serán los líderes y actores principales de cada sociedad. Son ellos los que tendrán en sus manos obrar por una humanización del capitalismo, por derribar las estructuras no igualitarias. O no hacerlo. Por eso nunca mejor que la posibilidad de apostar al primer plato de la balanza.

Con el mismo sentido, las fotos que intentan concientizar sobre la humanidad de Medio Oriente, se exhiben ahora –y hasta el 22 de julio- también en el prestigioso Centro Cultural Borges

 Los niños, de nueve años, siguieron adivinando los nombres de dioses hindúes. Con sólo ver las banderas de los países, sabían si hablábamos de Guyana o de Finlandia. Competían por nombrar las capitales antes que sus compañeros. Uno, con toda la cara de consternado que puede tener un niño de 9 años, preguntó: ¿Es verdad que EE.UU invadió Irak por las armas de destrucción masiva, o era por el petróleo?



Antes de despedirse, pasaron en fila, y como si fuéramos celebridades, algo para que le firmáramos. Todo valía, sus álbumes de figuritas de la Eurocopa, sus brazos, y hasta una pelota de fútbol. Confieso que me sentí extraño al firmar un balón, yo que sólo era conocido –y temido- por jugar en defensa con borceguíes…

Como sea, esa fue nuestra historia en el Colegio Los Alamos de Lima. Los niños nos sorprendieron con su conocimiento, curiosidad y respeto, y hasta nos encargaron libros! Sólo palabras de agradecimiento para Víctor por su invitación y a la dirección del colegio Los Alamos. A los que quieran vernos seguir caminando el planeta con el pizarrón virtual bajo el brazo, pueden poner una ficha por esta movida.¡Buenos Caminos!




MI PRIMER RECORTO Y PEGO EN 20 AÑOS: COMPARTIENDO EN LA COMUNIDAD TANKARPATA

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                                    Buscando una palabra que empiece con "ni"...


Para muchos Cusco es sinónimo de la Plaza de Armas, las escalinatas elegantes de San Blas, el Qoricancha y las agencias de viaje con pancartas sobre le Valle Sagrado. Pero como cualquier ciudad que ha ganado fama internacional, Cusco esconde una dualidad. A medida que se desdibujan los empedrados y los muros Incas, adquiere certeza ineludible una gran ciudad, como un gran abanico de barrios y suburbios que se abre mucho más allá del encanto de balconcitos y fachadas barrocas capturables en 12 megapíxeles.

Pasamos fugazmente por esa Plaza de Armas buscando la oficina de la gente de Coopera Perù, una organización de voluntariado con la que nos habíamos contactado. De pasada, observé que seguía allí la protesta por la explotación minera en la Provincia de Espinar, a 7 hs de Cusco y muy lejos del gringo trail del Valle Sagrado. No sé si sentí alegría, pero sí una sensación de justicia al ver la problemática de campesinos que no cobran por su fotografía disfrazados de Incas, visibilizada en el ojo del Cusco, incomodando casi a ese paraíso turístico coqueto. Llegamos finalmente a la oficina de Coopera Perù, que de tan escondida parece estar proscripta. Nos sumamos así a Wilberg, el coordinador, y a un grupo de voluntarios internacionales para viajar a la vecina comunidad de Tankarpata...



                               Tankarpata, una ruralidad atropellada por la ciudad.

Con Lau pensamos que esta vez no haríamos nuestra clásica proyección fotográfica. La gente de Coopera Perú proponía algo más simple y, en cierta forma, más urgente: dar clases de apoyo escolar a los niños y niñas. Llegamos en una combi abarrotada a la avenida más cercana y luego subimos aún otra loma. Uno sabe que está en Cusco porque sigue perdiendo la respiración. Pero sabe que está lejos de la Plaza de Armas por la dispar urgencia con que están edificadas las viviendas.  Wilberg me dice que el principal problema es la falta de agua potable y la consecuente parasitosis, la ausencia de desagües a pesar de que la zona lleva poblada más de 30 años. Pero yo intuyo algo más… 



                                 Los reglones, las formas, y la violencia familiar.

La recepción de los niños lo hace olvidar todo. Una niñita me  pide que la tome de ambas manos y la haga girar. ¡Para esta diminuta gironauta debo ser un gigante! Luego entramos al salón en el que todos las tardes una veintena de niños reciben apoyo escolar e incentivo con actividades didácticas. A mí me toca ayudar a Alessandra, una niña cuya maestra le ha ordenado recortar palabras que empiecen con las sílabas na, ne, ni, no, nu …¡Recorto y pego! No lo hacía desde la primaria. Me siento junto a  ella, en una sillita que nunca fue pensada para que yo me sentara. No hay periódicos, pero encuentro algunos de ellos en la verdulería vecina. La pesquisa no es tan sencilla. Las palabras que se inician con “ni” escasean en esta tarde cusqueña. No aparecen en ninguna parte, ni en los titulares ni en ninguna parte. Por fin, un comentario en imprenta casi invisible, que denuncia el bajo “nivel” de un club de fútbol, nos salva las papas. Alessandra y yo suspiramos y nos miramos cómplices. Ella degusta el triunfo con una sonrisa completa que le devuelve brillo a su rostro, que a mí se me antoja adolorido por contextos que sólo empiezo a adivinar. En la próxima tarea Ale debe repetir en su cuaderno una serie de palabras, para ejercitar su caligrafía. Todo va bien hasta que en una ocasión hace la “n” demasiado alta, y sin que le diga una palabra escondió su cara en un lamento de un reto anticipado: “¡Mi mamá me va a regañar!”. 


                                      Lau, con su propio desafío pedagógico.

La “n” era, a lo sumo, un par de milímetros más alta que el reglón, pero esos milímetros desataban el pánico en esa chiquilla de mechones despeinados. Entonces vi sus moretones. Y entendí. Laura, no muy lejos, le explica a un niño la diferencia entre agudas, graves, y esdrújulas. Alguien recita didácticamente las glorias de la Batalla de Arica. Alessandra, entretanto, libra su propia batalla. Esa contienda no es contra la ignorancia. No es una línea ascendente y progresiva hacia la “n” correcta o sugerida por el sistema. Sino una lucha contra sus circunstancias, contra un hogar violento donde el aire y la frustración de respiran juntos. Alessandra habita un mundo que es como esa “n” defectuosa, al que le ha tocado existir allende los reglones de la ciudad próspera y con servicios básicos del Cusco turístico. Esa divergencia entre realidad y ambición, aquí en Tankarpata, se traduce en violencia doméstica, culpa y vergüenza. Moretones. Es el síndrome de la polilla y la luz, el desengaño de la proximidad a los espejitos de colores de quienes migraron del campo a la ciudad pero siguiendo cultivando habas o papas en un anexo suburbano. Quizás el principal problema de Tankarpata sea estar cerca de Cusco.



En los arrabales sin mística la noche y el frío llegan como un telón implacable. Dentro del pequeño salón, los niños y nosotros nos despedimos con una ronda. Nos tomamos de las manos. Hermanados durante algunas horas compartidas, aunque provenientes de realidades tan distintas.  Horas en las que, de haber dejado la más mínima huella,  Laura y yo conciliaríamos la felicidad. Quizás esta vuelta al mundo y el Proyecto Educativo Nómada sean un poco eso: ir abriendo rondas como pétalos, con niños y pueblos de todo el mundo, siempre con la esperanza sostenida de que esos efímeros contactos de nuestras manos conduzcan a un aprendizaje para todos. En Tankarpata, nuestra clásica proyección fotográfica nos parecía una opción pomposa. Esta vez, nos conformamos con compartir un calor mucho más elemental. A veces, lo más útil que puede hacer uno es estar.

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¡Recuerden! para recibir en tu casa nuestros libros “Vagabundeando en el Eje del Mal” o “Un Tango en Tíbet” sólo nos tenés que mandar un mail a acrobatadelcamino@gmail.com 

El libro espera a todas las almas nómadas que necesitan un empujón para salir a recorrer el mundo con la mochila. Los enviamos por correo a todo el mundo. Más info aquí  ¡Gracias! 

GUYANA : UN PAIS PARA SACARSE LOS ZAPATOS Y COMPARTIR EL CIELO

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Una bicicleta podra ser un vehiculo modesto, pero animadas por la energia correcta, estas estructuras metalicas delgaduchas pueden reivindicarse como poderosos pegasos teletransportadores. Lo que vivi recientemente lo atestigua. Era una maniana calida y soleada en un suburbio residencial en las afueras de Georgetown, Guyana. Habíamos llegado por tierra, sin aerolíneas ni ofertas de vuelos. Yo me abandonaba a esa breve meditacion zen que implica pedalear y amaestrar la version mas accesible del equilibrio que tenemos los hombres. Buscaba una tienda donde comprar algo para desayunar. Lau me esperaba en la casa que nos habian prestado, acaso aun se desperezaba bajo el mosquitero. Fue, como la magia y el amor, instantaneo y nunca gradual.  Un viento cruzado, filtrado desde todas las cocinas del barrio, me trajo el aroma del curry de forma tan contundente que senti como si hubiera sido raptado por un puente invisible hacia la India. Por el momento no deseaba indagar el espejismo, y preferia dejar que el hilo de incienso, ya transformado en un brazo herculeo, me hiciera despegar como la bicicleta de ET. 





Tras un año de homogeneidad cultural latinoamericana (arquitectura colonial espaniola, iglesias siempre dedicadas a San Fransisco o a La Merced, mismo idioma con distinta tonada, etc) confieso que fui feliz y me conecte con la pluralidad insondable del planeta. En un pestaneo evoque India, Laos y tantos otros sitios donde alguna vez me senti bendecido por un indecible sentimiento de extranjeria. Al aroma del curry se le sumo entonces el tono agudo de las cantantes hindues. Finalmente y como para knockear cualquier pretension de reinstalarme mentalmente en Sudamerica y cederle pista a la fantasia, un grupo de vacas sagradas asomo al final de la calle, lenta como una caravana de dromedarios, campeando senioralmente y masticando los camalotes que flotan en los canales alineados con las casas de madera de dos plantas. No estaba acaso en la India? Cada golpe de pedal me acercaba, en mi mente, a los jardines de Taj Mahal. Entonces, al doblar la esquina, una familia negra me saludo en ese ingles caribenio en donde cada palabra parece la chispa de una rebelion. Tuve que bajarme del caballo. No estaba en India, recorde, sino en la Republica de Guyana, limitrofe con Venezuela y a mundos de distancia al mismo tiempo.




Ahora podia recordar todo con mas claridad. Habiamos entrado al pais desde Boa Vista, en Brasil, y viajado por la Sabana de Rupununi con buscadores de oro colombianos que andaban sin pasaporte pero con una palangana de cazafortunas para aventurarse en rios infestados de malaria. Habiamos luego cruzado la selva amazonica en un camion Bedford de los anios 70 que las ramas de la jungla hacian sonar como un xilofon oxidado. Fueron 560 kilometros de tierra y pantanos en los que contamos 20 viviendas. El pais parecia devuelto en bandeja a la naturaleza. En una aduana fluvial sobre el rio Essequibo habiamos dormido, y observado a los nativos amerindios beber cerveza Guinness, un extranio side by side que anticipaba la influencia anglosajona. Y, sobre todo, habiamos aceptado la invitacion de Danielle, el duenio del camion, a utilizar su segunda casa en las afueras de Georgetown. 


El habia sido el primero en explicarme la armonia en que viven negros e indios (de la India), sean estos cristianos, hindues o musulmanes. Herencia del colonialismo britanico que tiro la piedra y dejo el experimento en marcha, ambas razas introducidas, desplazaron a los amerindios y se constituyeron en los ingredientes fundadores de la Republica de Guyana. Los negros habian sido –como siempre- traidos como esclavos por los ingleses para trabajar en las plantaciones de cania de azucar. Cuando en 1838 se abolio la esclavitud, los ingleses –que necesitaban seguir propulsando con materia prima su revolucion industrial-  recurrieron a mano de obra barata de la India, otra de sus colonias, empleada bajo contrato voluntario. Los primeros contingentes cabian en dos barcos, el Hesperus y el Witby. Ahora, conforman el 43% de la poblacion. Mientras observaba a Danielle hablar de respeto interracial y alimentar sus pajarillos tua-tua, identificaba en sus palabras, tanto el exacto acento como la misma tolerancia que, sobreviviendo al viaje transatlantico y al imperio britanico, dotaban a Guyana, el segundo pais mas joven de Sudamerica, con una pizca de sabiduria milenaria.

UN BARRILETE PARA COMPARTIR EL CIELO




No fue dificil constatar que Danielle no mentia : a la maniana siguiente, lunes de una Pascua celebrada segun un calendario propio, nos acercamos al Sea Wall, o costanera, a presenciar una remontada masiva de barriletes (kite flying). No, no es que todos los guyaneses hayan sufrido una subita reversion a la infancia, sino que aqui los cristianos festejan las pascuas simbolizando con las cometas la asencion de Cristo a los cielos.



Familias negras, indias y mestizas se agolpaban sin distincion a beber gaseosas para combatir los 27 grados de temperatura anual promedio, mientras sus hijos, armados con ovillos de hilo, compartian el cielo, que de pronto es lo suficientemente amplio para alojar a Allah, a Shiva y a Jehova. Tironeando cada uno de su cuerda, convidaban esa impronta eterea colorida, y el cielo se volvia  una plaza infinita donde jugar, no un campo de batalla teologico. En algun momento, la minoria afrodescendiente intento imponer sus propias leyes. En algun momento, no te daban un trabajo sino tenias un nombre cristiano.

SACARSE LOS ZAPATOS MENTALES



Para dejar de espiar por el ojo de la cerradura y tomar por asalto el corazon de Guyana nos decidimos a visitar un Mandir, o templo hindu. En Guyana hay, normalmente, una mezquita, una iglesia y un mandir en cada barrio, y nunca se registran incidentes. Antes de entrar, una mujer envuelta en un sari color azafran nos invito a dejar nuestro calzado en el tapete, como dicta la etiqueta asiatica que aqui gobierna hogares y templos. En ese momento me di cuenta que, de manera similar, tambien me habia quitado los zapatos mentales antes de pisar Guyana. Por que? Esencialmente, porque todo lo caminado previamente se vuelve un equipaje obsoleto, inutil. Hay que voltear la pagina para curtirse con nuevos vientos, y hacer las paces con la idea de que America es algo mas que Latinoamerica. Parece algo sencillo, pero es necesario dejar de lado al macho alfa cultural que llevamos dentro, acaso un resabio de resentimiento por la influencia inglesa en el continente. Guyana es, de hecho, el unico pais de la Commonwealth en la tierra firme sudamericana, y el unico donde el ingles es una lengua oficial. Aqui nadie escucho hablar de San Martin ni de Bolivar. Bob Marley –un vecino- tampoco los conocia. En tiempos en que los viajes por America de punta a punta estan en voga, me parece oportuno señalar que hay algo mas alla de Venezuela. Tenemos un pais hindu en Sudamerica, al que se puede llegar por tierra y sin visa. Espiritus exploradores se buscan… 

LA INDIA EN SUDAMERICA


Volviendo al templo, ingresamos en una sala amplia y acolchada, donde un grupo compacto y relajado entonaba canticos en sanscrito frente a un altar exquisitamente decorado. Las deidades hindues, con sus rostros marmoreos, enfrentaban a los fieles. Alli estaban Shiva –dios creador y destructor- y su consorte Parvati, Krishna con su flauta, Vishnu, el preservador del universo. Para quien no este familiarizado con esta religion, las figuras pueden parecer entre enigmaticas y disparatadas. Un hombre con cabeza de elefante (nuestro querido Ganesha), otro de piel azul , o con cara de mono, dioses con rostros a cada lado de su rostro. Lo primero que hicimos fue dejar unas ofrendas florales a los pies de Ganesha –protector de los viajeros-. Queriamos dejar claro que eramos mas que dos simples gringos con camara. Habiamos cortado las flores de los jardines del barrio, porque, segun nos habian indicado, los vecinos eran concientes del destino sagrado de las flores, y nosotros sabiamos de antemano cuales eran las casas hindues porque se encuentran senializadas con las banderas de Shiva.   De reojo vimos las sonrisas de aceptacion, y regresamos a los canticos. Los presentes al igual que nosotros, no entendian lo que cantaban, porque los indios occidentales perdieron el idioma de sus ancestros hace generaciones. Estabamos empardados en la ignorancia, lo que nos permitia proyectar nuestra fantasia sobre el encanto fonetico de los himnos.

Algo no puede dejar de decirse sobre los templos hindues : son sitios mucho mas alegres que las iglesias. No habia en la pared ninguna persona muerta y crucificada. Por lo contrario, las imagenes reflejan aspectos sumamente humanos y menos heroicos. En un cuadro, Shiva miraba a su mujer Parvati con aires de galan porteño, mientras ambos se balanceaban en un columpio de hiedra. Y ella, retratada como una geisha sensual de pesteñas arqueadas, le hacia ojitos… En todo caso, el hinduismo me tiro alguna que otra linea cuando me fogueaba en mis propias revoluciones internas. La idea de maya, del universo como creacion del pensamiento, fue buena medicina para relativizar los mandatos sociales. El ancla del pecado, y su culpa asociada, son en comparacion una matriz peligrosamente  transferible a otras dimensiones de la libertad. Por eso tanta gente siente culpa a la hora de llevar a la practica sus planes de viaje. A pesar de tener el tiempo y el dinero parece detenerlos algo intangible…

Despues de los cantos los hindues compartieron con nosotros bocadillos vegetarianos y una mujer nos invito a cenar a su casa. Era un hogar humilde. Su sobrino la mantenia desde Canada. En una cocina a kerosene cocino un pollo al curry. Y de postre le obsequio a Laura ropas que le habian enviado de norteamerica. Laura no pudo evitar esa tarde en Udaipur, India, cuando una mujer la detuvo por la calle para obsequiarle sus pulseras, y asi asegurarse que se llevara una buena imagen de su ciudad. Esa gentileza, tambien encontro su eco en Guyana. Nuestra anfitriona lo expresa con sus palabras. Para ella Krishna, Allah o Jesucristo son la misma cosa, lo importante es como nos comportamos con los dioses que habitan dentro nuestro. La hospitalidad como puente entre dioses : bienvenidos a Georgetown.

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¡Recuerden! para recibir en su casa nuestros libros “Vagabundeando en el Eje del Mal” o “Un Tango en Tíbet” sólo nos tenés que mandar un mail a acrobatadelcamino@gmail.com 

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BEDUINOS INVADEN EL CENTRO CULTURAL BORGES - DEL 1 AL 22 DE JULIO

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Para todos los amantes de los viajes, hasta el 22 de julio podrán visitar la exposición fotográfica “VAGABUNDEANDO EN EL EJE DEL MAL – Un viaje por Irak, Irán y Afganistán” La exposición selecciona las mejores imágenes del libro del mismo nombre, que se consigue en todas las librerías. (Sin embargo, estoy actualmente en Buenos Aires, así que si querés que te entregue el libro en persona y firmado, escribime a acrobatadelcamino@gmail.com Los lectores del blog saben que esta obra ha seguido un camino muy humilde, desde su nacimiento como un librillo artesanal en lengua inglesa que vendía en las playas de Tailandia para costearme la vida, hasta terminar siendo editado en Argentina y España por grandes grupos editoriales.

Ahora siento orgullo de hacer ingresar esta caravana de pomposos camellos, mercaderes de bazar, y aparatosos beduinos a uno de los espacios de arte más prestigiosos de la Argentina.  Quizás las pezuñas de las bestias y las orugas de esos vetustos tanques de guerra abandonados dejen sus marcas en los lustrosos mármoles de las Galerías Pacífico. Pero es un riesgo que hay que correr. Desde el inicio de la vuelta al mundo a dedo, en 2005, el objetivo ha sido compartir las imágenes de un mundo más hospitalario que el observado en los informes de la CNN. No todos son terroristas en Medio Oriente. Lo sabe este caminante, lo sabe quien ha leído “Vagabundeando en el Eje del Mal” y si bien hemos recorrido media América dando charlas y organizando exposiciones con el Proyecto Educativo Nómada, queremos recordarlo aquí en casa, en el corazón de Buenos Aires: el ser humano es intrínsecamente bueno, ¡incluso en Afganistán! Si tienes periodistas amigos, ayúdanos a difundir estos valores e invítalos a la muestra!



Quiero agradecer al Centro Cultural Borges por la invitación, a Luján Parchanowicz por la coordinación a la distancia que venimos haciendo desde hace meses, a Andrés Tarruella por estar siempre atento a todo detalle y por el libro de visitas multilingüe, a la Editorial Del Nuevo Extremo por su apoyo en el proyecto desde su inicio, a Fabián Rivero, por ser nuestro curador estrella desde Medellín, y a Ana María Pizarro Ruíz por el diseño de invitaciones y tríptico.

Esperemos pronto hacer girar la muestra por otros centro culturales de la república, a la vez que vamos preparando el próximo libro, sobre nuestro viaje de 1,5 años desde Antártida hasta Guyana Francesa a dedo por los “Caminos invisibles de América”.



No olviden dejar sus mensajes y correos electrónicos en el libro de visitas, así podrán saber de futuras charlas, muestras fotográficas y libros. 

¡Buenos Caminos!
Juan y Laura
Acróbatas del Camino

ANÉCDOTAS DE UN VAGABUNDO OLÍMPICO

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Aunque no me permitieron llevar la antorcha, estos Juegos Olímpicos de Londres 2012 me traen recuerdos. Voy a ser sincero. De chico aborrecía los deportes. Me parecía una tortura innecesaria que en las horas de gimnasia nos obligaran a todos por igual a aprender el reglamento de hándbol  o a  trotar alrededor del patio.  Para los que éramos de madera, aquellos torneos supuestamente dirigidos a fomentar el compañerismo, nos humillaba, nos exponía en bandeja para la risa colectiva. Sí señores, de adolescente lo mío andaba más cerca de la geografía, de un libro de Nietzsche y un casette TDK regrabado con los Redonditos de Ricota que de un balón de fútbol. Si insistían en que jugara, me unía solo a regañadientes, y  me atrincheraba –literalmente-en defensa con mis borceguís y molía a patadas al quien merodeara el área grande, ni que hablar la chica.

Más allá de esa falta de entusiasmo epidérmico ante cualquier instancia de competencia donde se insista en declarar a una persona superior a otra por la manera en que corre detrás de una pelota, había una cosa que sí me fascinaba: las ceremonias de apertura de los Juegos Olímpicos. Tal vez por ser un asunto que tiene que ver más con la geografía que con el deporte, o por ser un equilibrio justo entre ambas cosas, cada cuatro años me agendo bien el evento. Este año, con los 30mos Juegos Olímpicos de Londres, no fue la excepción. Y mientras observaba la sucesión de emblemas británicos que desfilaban en el Olympic Park, desde James Bond hasta el Mini Cooper, empecé a recordar algunas anécdotas casi-deportivas de esta vuelta al mundo a dedo. Alguna vez comenté algunas al aire en una entrevista propuesta por la Radio de ESPN sobre el tema deportes. Aquí las comparto con los lectores de mi blog.

CRÍQUET: ¡LOS INGLESES TODAVÍA ESPERAN EL VUELTO!





Como saben, mi viaje empezó desde Irlanda del Norte, parte del Reino Unido, y Londres fue una de mis primeras paradas. Pero fue en el sur de Inglaterra donde tuve mi primer encontronazo con el deporte inglés por excelencia: el críquet. Mi anfitrión, Duncan, me había invitado a presenciar lo más cercano a  un duelo que uno puede encontrar en Inglaterra: un partido de críquet entre los equipos de dos pubs. La cosa era seria, pero por esa discreta eficiencia que caracteriza a los ingleses –y que a veces bordea el aburrimiento- no se notaba. Lo que quiero decir es que yo los veía pelotear a los tipos y se me ocurrió preguntar cuando empezaba el partido. Entonces Duncan, mirando su cronómetro, me dijo que el partido se había iniciado hacía media hora.  Había anotaciones, goles, tantos, ni idea como llamarlos, pero ningún gentlemen vitoreaba, ni se sobrepasaba en sus modales. Y entonces sucedió un diálogo que siempre recordaré. Le djie a Duncan:

-         * Ustedes los ingleses hicieron con el críquet uno de esos intercambios típicamente británicos: se llevaron las materias primas de India, Pakistán, del Caribe, y a cambio les dejaron el críquet.

Sin inmutarse Duncan replicó:

-            *  Oh yeah! And we are still waiting for the change! / Y todavía estamos esprando el vuelto.

FÚTBOL: EL PROBLEMA DE SER ARGENTINO Y NO JUGARLO...



Uno no puede estar exento del fútbol. Y menos siendo argentino. Yo vagabundee largamente en busca de esa tierra donde no conocieran a Maradona. La encontré en algunos valles aislados de Afganistán, pero en el resto del planeta apelé y me abusé de esas password que son el Diego y Messi, para caerle simpático a guardias de frontera que entonces me sellaban más rápidamente el pasaporte. Pero más allá de eso, no comulgué jamás con club de fútbol alguno, ni sentí curiosidad por visitar ni la Bombonera, ni el Camp Nou ni el Maracaná. Yo no tuve “encuentros con el fútbol” a lo largo de mi viaje. Tuve tropezones:


*  En Eslovaquia (foto) acampé en la cancha de fútbol de un pueblito. No era ni la primera ni la última vez, sino un recurso habitual.  


*  En alguna carretera inglesa me frenó el DT retirado del seleccionado de fútbol de las Islas Malvinas. Me contó que aquello era una utopía, porque había más ovejas que personas en la isla. Y la única vez que tenían visto un jugador decente, un pibe que había entrenado en las inferiores de River, no lo dejaron entrar por... ¡argentino!

* En Foxford, el pueblo irlandés en donde nació el Almirante Brown, me alojé en casa del director técnico del equipo local, que disputaba.. ¡la tercera división! Y me tocó asistir a un partido, junto con su asistente, un caniche del que nunca se despegaba, y que ladraba si el festejo del gol se volvía demasiado efusivo… Cuando salí del pueblo me levantó en la ruta el arquero del equipo…

* En un bar de Dresden vi Argentina vs. Alemania empatar 2-2 en un amistoso previo al mundial del 2006, junto a Veit Kuehne, fundador de Hospitality Club.  


* Saliendo a dedo de  Cairo, me topé con un embotellamiento de tránsito causado por la llegada de la selección de Costa de Marfil, que jugaría días más tarde la final de la Copa África con el local Egipto. El mundial me lo perdí casi por completo, ya que en las aldeas de los Himalayas Indios donde me encontraba en 2006 no había señal de cable.


En 2006, también, jugué un partido de fútbol 5 en Irán. No era un hábil artillero, como pensaron quienes me incitaron maliciosamente al ruedo. Disfruté viendo su gradual decepción. ¡Jódanse por insistir! Con esa educación tan típica de los iraníes, terminaron por invitarme cortésmente al arco. Como ven, hay anécdotas que no entraron en mi libro, Vagabundeando en el Eje del Mal. Ninguno de mis co-equipers me invitó a su casa, y terminé durmiendo en la sala de espera de un hospital.

Crucé el Tíbet con un rosarino tan fanático de la camiseta leprosa, que le sacaba fotos colgada de la soga en los monasterios donde dormíamos, para luego mostrarle a sus rivales de Rosario Central como prueba de que incluso los monjes tibetanos eran de Newell’s.

Recientemente, en 2010, me levantó en las rutas bolivianas el Chapaco Salinas, jugador de la selección boliviana que había compartido campo con Maradona. Ahora, como asesor del Bolívar FC, andaba de pueblo en pueblo reclutando nuevos talentos, para llevárselos a entrenar a La Paz. Recordé a Francella en Rudo y Cursi…

ATLETISMO



Yo no había llegado a Helsinki a ver una maratón, para nada. Más bien, había reptado hasta ella, como sobreviviente de los altos precios escandinavos, reciclando las latas de cerveza que encontraba en las banquinas y alimentándome gracias a la simpatía, como un perro que sabe cuando mover la cola. Una vez en la ciudad, daba vueltas por la elegante Esplanadi vendiendo mis libritos de poesía. Al principio me había apechugado un tanto, sentía que desentonaba con la bonanza circundante. Pero luego recordé unos versos de Neruda que había leído en una comunidad hippie donde se cosechaban fresas mientras escuchaban música clásica –¡ay, lo sofisticado y lo elemental... sabroso eclipse!- La cuestión es que el verso decía: “Hay que salir a la calle con un cuchillo verde dando gritos hasta morir de frío, y darle muerte a una monja con golpes de oreja”. El efecto vigorizante de tal absurdo había sido tan rotundo como tomarse 35 Red Bulls. Y entonces vi pasar a la maratón, desbocada, con sus atletas esperanzados balanceando sus cabezas como zanahorias, camino vaya uno a saber dónde. Los observé inmóvil desde mi zona de venta de libros, punto intermedio de un fuga sin bandera a cuadros, y reflexioné sobre la esperanza. Todo el que considera una meta es, en definitiva, optimista.


Pero atención, que en lo que es carreras nunca me achiqué. Por el contrario, debe ser mi única vocación deportiva frustrada. De piernas largas, pero flaco, más bien ultra-liviano como un avestruz, un par de veces me quisieron reclutar para entrenar en velocidad. Nunca acepté. Pero en Guyana Francesa, en 2012,  sucedió algo que me obligó a ponerme a prueba. Un muchacho negro algo drogado se había aproximado a la mesa de una heladería donde estábamos con Laura y una pareja norteamericana. Súbitamente, había arrebatado la cámara de los chicos, y había salido corriendo a toda velocidad. Cuando Lau pegó el grito, salí como galgo junto a Beija, el americano. Temí que los nervios me impidieran acelerar, luego temí que no pudiera hacer mucho frente a sus genes africanos. Pero me equivoqué, pronto Beija y yo logramos acorralarlo contra la persiana de un comercio cerrado, reducirlo y recuperar su cámara.

EL SUBESTIMADO VOLEY DE LA SELVA



Todos conocen el vóley de salón, o esa versión más chic que es el beach vóley. ¿Pero qué pasa con el tan subestimado Voley de la Selva? Aquí vemos a nuestros amigos de la comunidad Tsunki, de la etnia Shuar, en el Amazonas ecuatoriano, practicando su deporte favorito. Algunos recordarán esta comunidad porque fue aquí donde donamos la computadora con el Proyecto Educativo Nómada. A pesar de que la sociedad imagina que los habitantes de la selva están subnutridos, demostraron un talento para el voley sin igual. Las actividades propias de la supervivencia en la selva los mantiene tonificados. En pocas palabras, cuando entré a la cancha no la ví ni dibujada.

BÁSQUETBOL: CONOCIENDO A "LAS GIGANTES"




Nunca jugué al básquet. No me lo pregunten, por favor.  Me atormentaron durante toda mi adolescencia como si ese hubiera sido mi destino. Si hubiera sido por los demás, hubiera sido basquetbolista y abogado, en ese orden.  Pero en Colombia, en 2011, nos tocó llegar de casualidad a un pueblo donde se disputaba un hexagonal sudamericano de básquet femenino. Los de seguridad, al contarles que veníamos desde Argentina a dedo, nos dejaron entrar gratis para alentar a nuestro equipo, que jugaba contra Colombia. Las chicas colombianas, pobres, no la veían ni cuadrada, y a las nuestras no les costó, a pesar de los silbidos, liquidar el encuentro. Y claro, éramos los únicos que festejábamos cada tanto, por lo que después del encuentro, las chicas vinieron a la tribuna y aprovechamos para sentarnos junto a ellas. No tan populares como las leonas, pero igual de aguerridas, "Las Gigantes" nos contaron del orgullo que sentían de llevar la celeste y blanca por todo el mundo. Aún hoy estamos en contacto con ellas por Facebook.

TENIS: EL DÍA QUE BORIS BECKER LLEGÓ A LAPRIDA




El sujeto de la foto es José Dascón, y es uno de mis héroes. No tiene ni capa ni super poderes, pero sí una bicicleta llamada Zaratustra con la que ha pedaleado buena parte de Argentina y un talento para generar situaciones absurdas. Cuando una persona logra que su vida cotidiana se vaya bordando con eventos absurdos, y lo hace sin estar en pose, merece mi respeto. Y José, que trabaja en una biblioteca popular y otros proyectos sociales, logró un día el patrocinio de una fundación europea. La fundación comunicó que enviaría a su “padrino”  para supervisar algunos asuntos. Lo que no se imaginó José era que el padrino era nada más ni nada menos que el tenista Boris Becker. Y bueno, él lo pasó a buscar por el árido aeropuerto, pero no en su limusina, ¡sino en Citroen! Según me contaron en Laprida, el ídolo deportivo era un mala onda que se ponía en estrella y se negaba a firmar autógrafos a los niños y evitaba las fotografías con modales algo maricas.

NATACIÓN: COMO AHOGARSE EN EL MAR DEL NORTE





He estado en situaciones en las que desee tener branquias. Cierta vez, junto a mi amigo Stephen y su hermano, intentamos caminar hasta las islas de Frisia Occidental, sobre el Mar del Norte, siguiendo la línea de la baja marea. No hubo forma. Stephen se hundía más y más con su GPS, hasta que en un momento apenas divisé su cabeza sobre la línea de flotación, como un monstruo legendario.  Mucho antes, en 2003,había caminado hasta una isla en el oeste de Irlanda, en el condado de Donegal, donde había una iglesia del siglo VI en ruinas. Al llegar, con las botas atadas por los cordones de la mochila, me encontré un cartel que decía: “Beware of the bulls / Cuidado con los toros”.  La iglesia en ruinas no estaba sola, y yo tampoco. Tras ese intento de emular a Jesucristo en su caminata acuática, me prometí evitar las islas habitas por toros salvajes.


SURTIDO: MARTILLOS Y GUANTES

Una vez en Suiza me llevó unos kilómetros un lanzador de martillo, un verdadero urso. Fue él quien me enseñó un poco las bases de la idiosincrasia suiza, cuando yo admití mi sorpresa de que el único país neutral tuviera un ejército armado hasta los dientes y enrolara a las mujeres en el servicio militar. El fue claro: “Sólo cuando se tiene la fuerza se puede ser gentil”.Supongo que por eso también él era tan amable. Sabía que si el mochilero se ponía pesado podía revolearlo a varias hectáreas de distancia de un manotazo.

En otra oportunidad, en 2005, muerto de frío haciendo dedo en una estación de servicio hacia La Plata, me levantó un tipo vestido en un overol sucio, en un 504 maltratado. Ya estábamos en camino cuando le pregunté a qué se dedicaba. Dijo que tenía un gimnasio en el que entrenaban boxeadores. El mismo había boxeado – aclaró. “Me decían látigo, látigo Coggi...

LOS MENOS OLÍMPICOS


Viajando de Barcelona a Amsterdam a dedo, fue invitado a hacer noche en Montpellier por Olivié, un francés que amaba el ajedrez. Y bueno, no podía negarme a disputar un par de partidas. Quizás lo que me aburre del ajedrez es la ausencia total de azar. Todo depende del cálculo de uno. Y yo prefiero cuando por acercarme a vender un librito artesanal en una plaza nos terminan invitando a participar del un concierto de campanas. (Lee la historia relatada magistralmente por Lau!)


Este jinete huarpe, en el desierto mendocino, jamás vio un hipódromo. Lo suyo no es ni circular ni por deporte.  Sin Twitter se entera de que hay baile en la pulpería del ParajeEl Forzudo y sale campo través al galope en un desierto donde muchos han muerto al quedarse sin agua. Compartí un par de días en su austero rancho, al que había llegado caminando 25 km por una vía muerta entre culebras, cactus y algarrobos.



Sigamos con el rubro caballos. En Gilgit, corazón de los Himalayas Pakistaníes, tuve la oportunidad de asistir a un partido de polo, deporte originado en Persia hacia el siglo VI, y en el cual Argentina ha tenido un rol dominante. De hecho, nuestro país obtuvo la última medalla de oro en este deporte en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, último certamen en que el polo fue disciplina olímpica.






Mientras el mundo compite por las medallas, yo busco fotos para compartir con ustedes y me detengo ante esta bicicleta, fotografiada en Jachal, San Juan. Cuando el mundo sea perfecto, no se lo vamos a deber tanto a la competencia como a la humildad. Y nada refleja ese concepto, para mí, como la imagen de la bicicleta. Será poco olímpica, pero yo la banco. ¡Buenos Caminos!

  




LA MUESTRA EN EL BORGES: INVITACIÓN A ESPIAR POR EL OJO DE UNA CERRADURA

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Vagabundeando en el Eje del Mal –Un viaje a dedo en Irak, Irán y Afganistán, es mucho más que el nombre de mi primer libro. Es el ojo de una cerradura hacia un universo censurado, el de la dignidad de naciones sojuzgadas.  El libro, la expo de fotos que tuvo lugar en el Centro Cultural Borges del 28 de junio al 22 de julio y las charlas que damos en escuelas para el Proyecto Educativo Nómada son distintas formas de invitar a todos a espiar por ese ojo andariego.  



Cuando la gente del Centro Cultural Borges nos dijo que la apertura de la muestra debía ser algo íntimo, pensé que acaso temían que una tribu semi-nomádica de mochileros colorinches acampara en el medio de las Galerías Pacífico. Luego, al ver las dimensiones de la sala, comprendimos que no daba para una gran charla, y nos tuvimos que resignar a invitar a un pequeño grupo de amigos, dándoles prioridad a los cómplices del Proyecto Educativo Nómada y otros lectores añejos. Fue muy difícil elegir, pero no se preocupen, pronto estaremos organizando un evento en Buenos Aires.

                
                                Éxtasis arquitectónico para arropar un mensaje social

Ya acercándome al edificio, levantado en 1894 como sede de las tiendas “Au Bon Marché” y transformado luego en dependencias del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, me envolvió el éxtasis arquitectónico. ¿Puede la arquitectura clásica, o un violinista en los pasillos de la línea D  de Buenos Aires apelar a la sensibilidad, llevarse una de mis lágrimas? Admito que sí. Porque además el sitio me recordaba a la Galería Vittorio Emanuel, en Milán, que debía atravesar para llegar a la escuela durante el año de mi adolescencia que pasé en Italia.



Reordenemos los eventos: Laura y yo acabábamos de llegar a Argentina, y toda la muestra se la debíamos a Luján y Andrés, nuestros cómplices estrella, que habían coordinado las fechas, impreso las fotos, las habían montado y colgado. Cuando llegamos, todo estaba listo, hasta el vinito. Porque claro, no nos había dado el cuero para contratar un servicio de catering, pero Luján tenía seis tintos en su mochila y 50 copas de plástico. Como un eclipse profetizado, se cumplían los requisitos: había viajeros, una copa de vino y audiencia. Con esos ingredientes, es difícil que pare de hablar, al evocar los viajes regreso a ellos, como si la curvatura de la copa fuera un tobogán hacia el recuerdo.  Y por suerte, para que no hable solo, llegaron los primeros invitados.

                                  
                                 ¡Estás Rodeado! (por seguridad, no solté la copa)


               Los Acróbatas del Camino y Marce Díaz Nielsen, amiga viertual, ahora real.


                      
                    Otra cómplice que se hizo realidad después de tantos e-mails: Romina Ricci!


Los nómadas digitales tenemos una satisfacción: al viajar constantemente, siempre tenemos revancha para conocer cara a cara a nuestros seguidores en las redes sociales. (¡Vivan en Munro o en la Polinesia Francesa nunca se van a escapar!) Así con inmensa felicidad vimos cómo iban apareciendo las personas reales que había detrás de direcciones de correo electrónico y usuarios de Facebook. Ustedes pueden cliquear me gusta cuantas veces quieran, pero mil “Me Gusta” no tienen el sabor de un puñado de abrazos.




Ya ni recuerdo cómo empezó la conversación, pero la ronda se iba ampliando con la gente que llegaba y encontraba su lugar como pétalos que regresan a la margarita. Yo mencioné el testimonio que una vez escuché de un piloto de avión norteamericano, que se jactaba de que él volaba tan rasante “que alcanzaba a ver los ojos de los camellos y los cuernos de las cabras”.


A nosotros, lo que nos convocaba en el Borges, era todo lo que ese ícaro del Tío Sam no podía ver, es decir, los ojos y el alma de las personas. Hablamos por un momento de esos retratos de beduinos y afganos colgados de los muros, pero antes de que pudiera evitarlo la conversación fluyó hacia otra parte. La gente quería saber cómo estábamos, los de carne y hueso, no los bloggeros, y hacia dónde apuntaban nuestros pasos, en el mapa y en la vida. Hoy recuerdo aquella charla como un fogón, más que como una “inauguración”.



Pasó gente de todo tipo, algunos más viajeros, otros eminentemente fotógrafos que andaban con la tarjeta roja  en la mando esperando la más mínima ondulación del paspartú para hacer una amonestación técnica. Algunos me preguntaban cuestiones técnicas de los lentes y diafragmas, y se admitían ligeramente ofendidos cuando les decía que me interesaba mucho más el qué se fotografía que el cómo se fotografía. Hago una muestra de fotos para sensibilizar sobre problemas de la condición humana y compartir una filosofía de vida (la nómada). Y no por culto a la técnica fotográfica. Otros, más expedicionarios que fotógrafos, me invitaron a recorrer el norte de Congo en moto para infiltrarnos en el territorio de los pigmeos…



La Maga, mi querida mochila, en el Centro Cultural Borges. El fabricante Berghaus me ha aprovisionado con un novísimo modelo de su línea para reemplazar a esta “Khumbu 70 + 10” del 2004, que ya ha sobrevivido a siete años de duras pruebas. (pueden leer su biografía aquí). Ver su foto colgada en la muestra fue para mí como un silencioso luto, una íntima ceremonia de despedida y agradecimiento. Ya llegó a casa la nueva, una “C71 Series 65 + 10” con sistema Bioflex. Gracias Berghaus por salirse del libreto y apostar a un viajero latino. 



El tríptico fue gentileza de Ana María Pizarro Ruiz. Aprovecho aquí también para agradecer a nuestro amigo “paisa” Fabián Rivero por hacerse cargo de la curaduría general de la muestra.



El libro de visitas fue otra obra de arte, confeccionada entre Andrés y Jorge Tarruella, Noelia Sinardi, Vale Camps, Lujaán Parchanowicz y Gaby Ponce. Invitaba a la gente a dejar su comentario y contacto en español, portugués, francés, alemán, ruso…  La sorpresa fue que los comentarios cubrieron 52 páginas -en todos esos idiomas y con caligrafías que van desde el electroencefalograma hasta la madre de los firuletes cursivos-  Y había de todo, desde un:

“Bravo l’ artiste pour ces photographies exprimant l’ humain dans sa profonder”

Hasta un…

“Buen documento viejo! Dale pa' delante y no le aflojes. ”




¿Qué pasará ahora con las fotografías expuestas en el Borges? Esperamos hacer girar la muestra por algunas provincias. Pero a corto plazo, ya que algunos de ustedes han preguntado si están a la venta, la respuesta es que sí. Puedes ver aquí el portfolio de fotos que quedará permanentemente en oferta virtual  desde este blog, para que todos puedan ambientar su ambiente favorito con una ventana a tierras lejanas, y ayudarnos a continuar la vuelta al mundo.

LOS ACRÓBATAS Y EL PROFESOR HIPPIE ROMPEN CABEZAS EN PERGAMINO

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Visitamos la ciudad de Pergamino con el Proyecto Educativo Nómada, pasando por tres escuelas y realizando una charla abierta para toda la comunidad, alcanzando en total a unas 600 personas con un mensaje de empatía y tolerancia. ¡Te contamos los mejores momentos de la maratón!

Cuando visité Medio Oriente conocí todo tipo de personas, pero pronto aprendí a admirar a los maestros. Algunos de ellos caminaban kilómetros con pizarrón y libros  a sus espaldas para llevar la enseñanza a remotos campos de refugiados. Otros, en Afganistán, sentaban a los niños sobre la alfombra y daban la clase a la intemperie, junto a las ruinas de esas escuelas que la guerra no supo perdonar. Enseñaban a través del polvo del desierto y el cansado escepticismo de una sociedad devastada.  Sentí que estaba frente a algo más que docentes. Aquellos eran maestros en el sentido cuasi oriental de la palabra, de los que más que cumplir horas, seguían esa máxima de transfórmate en el cambio que quieres ver. Durante estos días, en Pergamino, provincia de Buenos Aires, volví a sentir lo mismo.





Y la culpa de todo la tiene Juan Manuel Lere, ese cómplice del Proyecto Educativo Nómada que, ya hace meses, nos había invitado a dar charlas para sus alumnos de Pergamino y Manuel Ocampo, un pueblito a 20 km de allí.  Juan Manuel –y alguno de sus colegas- es de esa cepa incorruptible de docentes que no se contenta con seguir los programas al pie de la letra, sino que siente la obligación de inculcarles valores a sus alumnos. Por eso los lleva a conocer la exESMA en Buenos Aires, los involucra en la lucha por el boleto estudiantil gratuito (Pergamino es la primera ciudad de la provincia en obtener tal logro) y los incentiva para que junten llaves de bronce para sumarlas a la campaña de construcción del Monumento a la Mujer Originaria. Y también por eso, insistió para que estos Acróbatas visitaran a las escuelas de la ciudad, organizó una agenda, una gira de prensa, y una charla para todo público en la biblioteca.

Llegamos con la mochila cargada de libros en medio del frío y la lluvia bonaerenses. Juan Manuel nos esperaba en el Café de las Letras.¿Qué más lindo que enfrentar al invierno con una taza de chocolate entre las manos? De allí empezamos la maratón, y les juro que no exagero.



Ya nos esperaban en Canal 4 para una cálida entrevista de…. ¡15 minutos! donde la misma conductora nos agradeció por llevarles un tema que no sea la inseguridad, los aguinaldos y las intrigas políticas. No recuerdo el nombre del otro canal que visitamos, antes de sentarnos con micrófono sobre la mesa con el periodista del diario La Opinión, medio que publicó una linda reseña sobre el viaje y el Proyecto Educativo.


En una tradicional panadería de la ciudad,  atendida desde 1919 por la misma familia, hoy en su tercera generación, ya se habían enterado de nuestra presencia por el diario. Recomendamos probar sus “Nápoles”, exquisitos bizcochos dulces.



El día siguiente arrancó bien temprano. Nos esperaban 150 chicos de cuarto, quinto y sexto año del Colegio Nacional. Como no nos gustan los micrófonos le metimos para adelante a capela. Empezó así el desfile de imágenes, y los chicos se quedaron sorprendidos de escuchar tanto en Medio Oriente como en la lejana China uno podía esperar la misma generosidad y hospitalidad de un extraño que en nuestra conocida Sudamérica. De romper esos estereotipos y miedos hacia los "otros culturales" es que trata este proyecto.


Era la primera vez que íbamos a una escuela donde algunos de los chicos, que tenían 18 años, ya habían tenido su primera experiencia como mochileros. Uno de ellos dijo “Yo quiero encarar para el norte este verano”. Otra chica, de 17 años, ya vivía sola. Sentimos que ellos, especialmente, pudieron aprovechar la charla para nutrir una semilla de libertad que ya estaba dentro de ellos. Apenas hubo tiempo de freír una milanesa para el almuerzo, y a la 13:30 ya nos esperaban en otra escuela.



Admito que nos pusimos un poco pálidos cuando llegamos a nuestra segunda estación, la Escuela Agrotécnica, y vimos que los chicos no paraban de entrar. Ya no quedaban bancos, y los chicos seguían entrando. Y otra vez, nos animamos sin micrófono. Lo que me gustó de esta escuela es que tenían su propia huerta y animales. En este marco, escucharon con atención cuando les contamos sobre las cooperativas de productores de sésamo que conocimos en Paraguay, o sobre las comunidades andinas de Bolivia. Así, algo bien concreto los hermanaba con los campesinos que conocimos en todo el mundo, desde el Sahara hasta Laos...



Lau explicando cómo una mujer hindú le obsequió sus pulseras para compensar un favor que ella le había hecho y así, equilibrar el universo y su karma.




¿Por dónde empezamos? Quizás contando que muy lejos de Pergamino, hay otra ciudad con el mismo nombre. Es Pergamon, en Turquía, que honra también al tatarabuelo del e-book. Dicen que la gemela argentina, en cambio, hace referencia a un pergamino encontrado a orillas de uno de los arroyos locales. Y así el sitio comenzó a ser conocido como la Posta del Pergamino.



¡Felipe!El pingüino barbijo que hizo a emocionar a niños de todo el continente fue bautizado oficialmente por los chicos de la Agrotécnica.



A las 19:30 hs era el turno de la charla para toda la comunidad, que tenía lugar en la Biblioteca Menéndez. La lluvia, que siempre invita a quedarse en casa, no nos jugó en contra, por el contrario, 60 personas se hicieron presentes. Había un público heterogéneo, desde el rasta que hacía malabares en el semáforo hasta un hombre de 86 años que nos contó que un amigo suyo había unido Pergamino con Alaska en bicicleta en 1946. La sorpresa vino cuando sacó un papelito con el teléfono de su amigo, ¡que a los 92 años sigue viviendo en México

Con adultos, se pueden tocar algunos temas más en profundidad, como la integración latinoamericana, las parcialidades informativas a la hora de hablar de los países musulmanes, y las múltiples creencias religiosas que observamos en India. En comparación con las charlas que veníamos dando, en esta incluimos material de Guyana, porque nos pareció un perfecto ejemplo de convivencia pacífica entre las comunidades hindúes, musulmanas y cristianas.

El acento colombiano estuvo presente de la mano de una pareja de Bogotá residente en la ciudad. Otra sorpresa fue una mujer que en 1992 había viajado en su caballo hasta Estados Unidos. Un matrimonio le tiró a Laura preguntas existenciales como dardos, en un intento de comprender a su propia hija viajera. En resumen, la charla fue muy provechosa para todos, con mucho diálogo. La gente apoyó comprando nuestro libro. Para terminar, la tribu rasta local nos invitó a comer unos fideos cocinados con ese alegre cariño vegetariano: fuego y mantras. (Sí, le cantaban mantras al tuco).






Y llegamos a Manuel Ocampo, uno de esos emblemáticos pueblos de nuestras pampas, con tractores y rodeados de soja. (Las fumigaciones y el glifosato son aún un problema). Los chicos de Ocampo ya habían visitado nuestra muestra en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires en su excursión a la ciudad, por lo que muchos de ellos conocían sobre nuestra aventura. Nos sentimos bienvenidos con especial calidez por la directora y los otros docentes, quienes dieron el ejemplo a los chicos y se quedaron a presenciar la charla.



En total, entre las cuatro presentaciones, pudimos llegar a unas 600 personas. Esperamos seguir recorriendo la provincia y el país con el Proyecto Educativo Nómada. Esta fue la primera actividad organizada en Argentina después de dieciocho meses viajando por Sudamérica. Enterate como colaborar con nuestra expedición mundial y proyecto educativo, leyendo aquí. ¡Muchas gracias a Juan Manuel Lere por la coordinación a invitación y a quienes ya nos apoyan!


UN TANGO EN TÍBET - EDICIÓN ARTESANAL LIMITADA 2012

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"Un Tango en Tibet -Locos y penúltimos linyeras en la ruta más desolada del mundo" es un texto experimental en constante evolución cuyos derechos no he cedido hasta ahora a ninguna editorial. Por lo tanto no lo  hallarán en librerías hasta dentro de un par de años. Hemos preferido que por ahora sean libros que los lectores  reciban en mano o por correo. Sin intermediarios. En 2010, editamos 200 ejemplares a pedido, y todos fueron individualmente dedicados, entregados en persona o puestos en el buzón. No podíamos creer que se agotaran en menos de un mes... Ahora, tras regresar de 18 meses de viaje por Sudamérica, Lau y yo hemos decidido - con algo de malicia, confesémoslo- hacer otra pequeña tirada. Acaso en el futuro sean libros de colección. Si querés un ejemplar, escribinos a acrobatadelcamino@gmail.com para reservarlo. Los enviamos por correo a todo el país y el exterior. ¡Consultanos! Pero cuidado, que es un texto que empuja al horizonte... Algunos de sus lectores lograron sobrevivir llevando una vida normal, pero otros aún vagan por el mundo con la mochila...





TEXTO DE LA CONTRATAPA


El encuentro se ambienta en Tíbet, una de las regiones más aisladas y desconocidas del planeta. Juan Villarino, mochilero argentino realizando una vuelta al mundo, busca cruzar el país a dedo. Pablo Olivé, chef rosarino, ha peregrinado hasta allí leyendo el Tao y a la caza de una soledad reveladora. Juntos caminan, acaso, por la ruta menos transitada del planeta –la 219- y entran en íntimo contacto con el hambre, la nieve y el frío, en un país donde nadie les entiende una palabra. Viajando ilegalmente en un territorio asediado por tensiones étnicas, con una población oprimida por el gobierno chino, la única esperanza de los viajeros es llegar a Lhasa, la capital Tíbet, alguna vez conocida como la ciudad prohibida. Pero están a  1700 kilómetros.

En medio a todo esto tropiezan con Akatsuki, un poeta japonés que no saca fotos y quien les suplica que le traduzcan el tango “Balada para un Loco” al inglés. Así, mientras esperan horas para abordar las grasosas cajas de los pocos camiones que transitan la ruta, durmiendo en monasterios, y escandalizando a monjes y peregrinos, van traduciendo la balada y, a la vez, ejecutando su propia y delicada locura…


El viento del altiplano tibetano hace bailar un sombrero tanguero.


                Mantras para el desayuno - Monasterio de Tirthapuri - Tíbet Occidental


22 DE AGOSTO: BUENOS AIRES RECIBE A LOS ACRÓBATAS

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Tipo de evento:
 Charla y proyección fotográfica. Entrada Libre y gratuita.
Cuando: miércoles 22 de agosto a las 20 HS.
Donde: Centro Cultural MU. Hipólito Irigoyen 1440. Buenos Aires.
¡Ayuda! ¿nos ayudás a difundirlo compartiendo en tu muro de Facebook?

Fueron 18 meses, más de 50.000 km recorridos a dedo en 13 países y territorios con el fin de capturar historias en los rincones más secretos de Sudamérica, en sus “caminos invisibles”. Laura y yo hemos perseguido la identidad y diversidad de nuestro continente, desde las nieves eternas de la Antártida, a través los caminos incaicos que urden las comunidades jalqas en Bolivia, y continuando aún más lejos, quizás hasta esos ríos de la Amazonía ecuatoriana donde los Shuar custodian la sagrada ayahuasca mientras se enfrentan a mineras transnacionales. Hemos cruzado el Eje cafetero colombiano en coloridas chivas y hecho sonar las campanas de Cartagena en su bicentenario, para caminar luego playa a playa el Caribe venezolano y arrebatarle sorpresas a lo desconocido en las silenciosas Guyana, Surinam y Guyana Francesa….




¡Así que imagínense todo lo que tenemos para contarles! Pero no se trata sólo de reunirnos  a tomar una cerveza alrededor de un fogón imaginario en un ambiente informal.

Queremos encontrarnos con todos ustedes en un GRAN EVENTO para todos los VIAJEROS, donde compartir no sólo fotografías y anécdotas del viaje, sino….

….la adrenalina de esta vuelta al mundo que ya pasó por 60 países, y que no se transmite con un blog. ¡Pero cuidado, es contagiosa! No aceptamos reclamos si terminás colgando un cartelito que diga “Vuelvo en 2 años” en tu oficina.

…. las recetas para el nomadismo que no contamos (todavía) en ningún libro. (Clínica de viajes “Fuga Express”: si te falta algún ingrediente o consejo para terminar de madurar tus planes de viaje, este será el espacio indicado)

… la visión de los pueblos desde los pueblos, de una Latinoamérica que lucha contra los atropellos de la minería y la apropiación de suelo y fuentes de agua.

….la satisfacción de haber alcanzado a miles de niños con el Proyecto Educativo Nómada, que ya ha estrenado charlas en inglés y portugués.

… la ternura y hospitalidad de la gente ejemplar que habita en esos sitios que no aparecen en ningún mapa.

los planes para el próximo libro sobre el viaje sudamericano.




Si decidís subirte a esta alfombra mágica lista para despegar, te adelantamos... En el evento, habrá a disposición

   * Los flamantes parches del Proyecto Educativo que nos obsequió nuestro amigo y cómplice Andrés, (FOTO) ¡para que nos lleves en tu mochila!

  *  Ejemplares de “Vagabundeando en el Eje del MalUn viaje a dedo en Irak, Irán y Afganistán”. (330 pág. Fotos a color, mapas)  Si todavía no lo leíste, buena oportunidad para conseguirlo :-) 

·       *  Ejemplares de “Un Tango en Tíbet”– ¿A que a este no lo conocían, eh? Libro artesanal de 100 páginas, de tirada limitada y agotada -200 copias- , impreso en 2010, del cual haremos 25 o 30 ejemplares  adicionales para festejar nuestro regreso. Por favor reservar a acrobatadelcamino@gmail.com 



  

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·         *Algunos de Uds nos han preguntado si las fotos de Medio Oriente expuestas en el Centro Cultural Borges están a la venta. La respuesta es ¡Sí! En este enlace pueden ver el portfolio con las fotos disponibles.

¡Esperamos verte para compartir lo viajado y contarte lo que se viene!

Cada latido de nuestros corazones es un dardo prometido al horizonte…

Buenos Caminos!
Juan y Laura
Acróbatas del Camino – ¡La Vuelta al Mundo a dedo!

BERGHAUS BIOFLEX 65+10: LA MOCHILA QUE REEMPLAZARÁ A LA MAGA

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Me costó tomar la decisión, no les voy a mentir. Pero a La Maga, la mochila que me acompaña desde 2004, le había llegado la hora de jubilarse. La había comprado en Belfast, Irlanda del Norte, antes iniciar la vuelta al mundo a dedo. Se fogueó en los mágicos acantilados de la costa del condado de Antrim, suavizados por cursivas colinas de un verde Saint Patrick. Los castillos en ruinas y las pintas de stout le contagiaron su valor. Y salió a recorrer el mundo. Salí. Salimos. Alguna vez resumí su biografía en este blog. No es el momento de repetir anécdotas como borracho. Sólo voy a insistir compartiendo la referencia que colgué bajo la foto de ella expuesta en la expo Vagabundeando en el Eje del Mal en el Centro Cultural Borges:

“Ajustarla a mi espalda es como calzarme un par de alas y tirar los dados. Una provocación al horizonte y una evocación del azar. Mientras ella esté pisando la banquina, mi alma estará segura y libre. Modelo: Berghaus Khumbu 70.”


Ahora, después de 60 países y 215.000 kilómetros, La Maga se merece un descanso, una vitrina desde donde recordar y permitirme hacerlo. Es un objeto con karma propio,  que fue testigo de una diversidad de escenarios que roza lo inverosímil, desde el desierto sirio hasta la Antártida. Viajó en aviones, en carros tirados por burro en el Sahara y en canoas por el Amazonas. El mismo día en que me resigné a jubilarla decidí escribirle a Berghaus, el fabricante, una empresa inglesa con medio siglo de tradición, algo así como los Rolls Royce de  de las mochilas. Después de llevar una Berghaus a la espalda por medio planeta, tenía la esperanza de que ellos decidieran patrocinarme con una nueva mochila que reemplazara a La Maga.







Y no me equivoqué. Aunque la política de la empresa es normalmente patrocinar a escaladores y deportistas extremos europeos, no fueron indiferentes a la petición de este trotamundos sudaca enroscado en proyectos sociales y educativos. Hay que valorarlo, porque podrían haberse negado fácilmente, alegando que la mayoría de mi audiencia era argentina y que ellos no apuntan a ese mercado. No sólo no lo hicieron, sino que con esa deferencia tan inglesa se disculparon por no poder ofrecerme otra Khumbu 70,  que ya es un modelo discontinuo y me enviaron el link a su catálogo.


No es fácil elegir una mochila. Lo que me había llevado a preferir a La Maga entre decenas de modelos era su respaldar, mullido como un sofá. Por eso, me enamoré a primera vista de la novísima BioFlex C71 Series 65+ 10.No podían apreciarse demasiados detalles en la fotografía del catálogo, pero la elegí con los ojos cerrados porque ellos mismos decían que Bioflex era un novedoso sistema de ajuste automático al movimiento. No entendí un corno de qué hablaban, pero si ellos lo anunciaban, por Jesucristo debía ser bueno.


Aunque la enviaron meses antes, recién pude encontrarme con mi nueva mochila hace pocas semanas. Estaba envuelta en dos bolsas de consorcio. La ansiedad hizo que abriera el paquete a arañazos, como un niño demasiado feliz ante su regalo de Navidad.  Y eso, para mí, era mucho más que un regalo, era algo así como desatar un ángel.


 


De frente, hasta parece una mochila normal. Lo primero que hice, fue girarla para examinar su respaldar.  Lo que vi me infundió una sensación de alivio, de tranquilidad y buen augurio: aunque el diseño en la nueva mochila era más moderno, había rasgos comunes con La Maga. Sentí que de alguna manera, había algo de ella en la nueva Bioflex, que de tan nueva aún brillaba. Inmediatamente me llamó la atención el encastre de plástico y los rieles por los que se deslizaban las correas auto-ajustantes, pero para serles sincero, me importaban poco todos esos artilugios: ya estaba satisfecho con comprobar el respaldo esponjoso y ancho, los bolsillos laterales anatómicos y la buena calidad de los materiales. O al menos esa era mi opinión hasta que la rellene con ropa y me la cargué a los hombros.



Entonces… magia. En los 14 años que levo de mochilero no había visto nada igual. A medida que camino, la parte inferior de la mochila, la que se agarra a mi cintura, va girando y acompañando el movimiento de mis pasos. Todo el panel inferior del respaldar actúa como un volante que puede girar hasta 45 grados hacia cada lado.


El botón amarillo sirve para regular el rango de auto-ajuste de las correas que van a los hombros. En fin, los de Berghaus entendieron mal y me mandaron una mochila para ir a la luna. Todavía estoy probando si habla, quizás sólo sea tímida y por eso no responde.


Será ahora cuestión de sacarla a la ruta y testeó sobre el terreno. A esta mochila, la sigue esperando un mundo: heredó los 140 países que aún no pude visitar. Habrá también que nombrarla, quizás un día de estos me despierte habiendo soñado su nombre, o la inspiración caiga como un rayo cuando ya estemos en el camino…



¡Recuerden! para recibir en su casa nuestros libros “Vagabundeando en el Eje del Mal” o “Un Tango en Tíbet” sólo nos tenés que mandar un mail a acrobatadelcamino@gmail.com¡El libro espera a todas las almas nómadas que necesitan un empujón para salir a recorrer el mundo con la mochila! Los enviamos por correo a todo el mundo. Más info aquí ¡Gracias!

BLOGTRIP A SAN JUAN. LOS ACRÓBATAS VIAJAN POR SU PAÍS

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                                              El río Mogna al atardecer- San Juan, 2008

Cuando regresamos hace dos meses de la etapa sudamericana de nuestra vuelta al mundo, Lau y yo suponíamos que teníamos por delante una etapa de relax, ideal para escribir el nuevo libro (de Antártida a Guyana en 18 meses, libro en camino en 2013!). Pero nos equivocamos… Con cada evento, con cada correo electrónico, no dejaron de abrirse puertas y surgir invitaciones y oportunidades. Algunas, lejos (un amigo venezolano que vive en Uganda nos invitó a acompañarlo en un viaje en moto a las aldeas de los pigmeos). Otras, por suerte, más cerca. Y así, hace unos días, nos llegó la invitación… ¡Nos vamos de Blogtrip a San Juan!  

¿Pero qué es un Blogtrip?  Hasta hace un par de años, yo también desconocía el término. Quizás algunos de ustedes, no lo sepan. Una definición que encontré en la web, explica:

“Un Blogtrip es una acción de comunicación promovida por organizaciones de promoción de un destino en el que participan influenciadores multicanal que utilizan las tecnologías sociales para llegar a un mayor número de personas.”


Siguiendo esta tendencia internacional, el Ministerio de Turismo de la Nación (Argentina) a través de su programa Viajá por tu País ha decidido convocar un equipo de bloggers para promocionar ciertos  destinos y maravillas naturales que no terminan de inscribirse en el imaginario colectivo de los argentinos a la hora de vacacionar. ¡Y fue una alegría saber que entre los invitados estábamos nosotros! - junto a la viajera Aniko Villalba (Viajando por Ahí) (además de otros tres colegas hasta entonces desconocidos)

      
En lugar de empapelar los subtes con fotos de los Esteros del Iberá o el Valle de la Luna, el ministerio está apostando a aquellos generadores de contenido que conocen el terreno, que viajan –no sólo por Argentina, claro está- y que de alguna manera generan conversación con una comunidad virtual de lectores. Aunque el universo de los Blogs de Viaje está conformado por algunos que relatamos nuestros viajes (entre los que nos incluimos Lau y yo) y otros que escriben sobre viajes y turismo, sugiriendo aerolíneas, hoteles o destinos (meta-blogs de viajes– diría yo), bloggers de ambas cepas nos encontramos con la gente de Viajá por tu País para coordinar una invasión de cyber-viajerosa San Juan.






                          La primera portátil con la que viajé y "bloguié" - Aquí en Noruega, 2005.

“Hay mucha expectativa en San Juan con la llegada de Ustedes” – nos dijeron, sentados todos alrededor de una mesa como para cuarenta en un piso 22. Parecíamos todos accionistas de alguna compañía, y sin embargo, éramos viajeros. Abajo, pequeño, se veía el Obelisco. Sin dudas, es un paso adelante que un Ministerio de Turismo reciba a viajeros para conversar horizontalmente en algo tan importante como la promoción de destinos. Y creo que esos frutos son, en buena parte, mérito del trabajo de Jorge Gobbi (Blog de Viajes) en reconocimiento de nuestro oficio, a través de su criatura, la Red ViajAR, una incipiente red argentina de Bloggers de viajes, de la que nos invitó a formar parte.

¿Cómo funciona un Blogtrip? Normalmente, el organismo que convoca, cubre los viáticos, pasajes aéreos, traslados internos, alojamiento, excursiones y comidas a los bloggersinvitados, y les facilita la realización de actividades que, a nuestro criterio, debieran incluirse (¡Quiero hacer carrovelismo en la Pampa del Leoncito!) La función del blogger es comunicar su viaje, su experiencia, compartirla para que otros se interesen en conocer esos pueblos, parajes, destinos. Todo, con la sinceridad de siempre, sin obligación de inflar sensaciones ni de “vender” nada. Justamente, el Ministerio de Turismo no se encarga de comercializar (eso es función de los agencias y hoteles), sino de promover. Es decir, lo que vengo haciendo con este blog sin que nadie me lo pida, desde 2005 mucho antes de que todas estas palabritas (bloggers, influenciadores, blogtrips, redes sociales y la mare en coche 2.0) se pusieran en boga. Lo mismo Laura, quien recorió buena parte del país, trabajando en turismo en Villa General Belgrano e Iguazú, y ahora blogueando desde el Blog Los Viajes de Nena. Quizás, esta es la primera vez –para nosotros y para Uds como nuestra audiencia- que lo hacemos en formato blogtrip, a pesar de que en nuestro viaje a Antártida también  fuimos invitados a cambio de contarlo.



                    El trabajo que me dio hacer ese cartel - ¡pero que buen resultado que daba! San Juan, 2008

¿Qué es lo que más me gusta de esto? Mis primeros viajes de mochilero por Argentina fueron allá por 1998. ¡Han pasado ya algunos años, sí! Me gusta sentir que ahora esa experiencia puede ponerse al servicio de un fin público. ¿No es acaso un blog una fuente de información/inspiración pública? Yo me emociono cuando me escriben chicos de escuelas rurales de la provincia de Santa Fe y me cuentan que sus profesoras les leen fragmentos del blog en clase. También cuando alguno de ustedes nos escribe para contarnos que se decidió a calzarse la mochila e irse de viaje después de leer uno de nuestros libros. Y esta vez, canta por mis venas el mismo ritmo, la misma emoción.



                        En cada lugar de Argentina, otro argentino se prepara para recibirte bien.... San Juan, 2008

El itinerario previsto comprende, como no podía ser de otra manera, incluye el Valle de la Luna. Para que sea un viaje al estilo Acróbatas, sin embargo, hemos pedido algunos días más para salir a improvisar a las rutas en busca de otros rincones. Amo San Juan, he recorrido buena parte de la provincia y siempre encuentro rincones nuevos. Sostengo que es una provincia que te quita el aliento. Por eso estos Acróbatas preparan alma y mochila para redescubrirla.

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JÁCHAL: LA CUNA DE ADOBE DEL QUIJOTE ARGENTINO...

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¿Cómo elegir a donde viajar, ya sean vacaciones o una aventura de mochileros? Hay lugares a los que la gente viaja por costumbre o imitación,  como si sus decisiones fueran vagones apilados en vías de ferrocarril tendidas con poco entusiasmo siempre hacia el mismo sitio. Allí están las Cataratas del Iguazú, Ushuaia y el Glaciar Perito Moreno, Mar del Plata en verano o las Sierras de Córdoba como hermosas pero desteñidas postales. Otros rincones de nuestro país, en cambio, permanecen en silencio, eclipsados por esos gigantes. En este Blogtrip, un equipo de Bloggers entre los que nos encontramos Laura y yo, fuimos invitados a recorrer la provincia de San Juan, y  relevar  un destino que –a mi juicio- puede retorcer las aburridas vías de ferrocarril del habitus vacacionarius clásico y transformarlas en una montaña rusa...







Cuando vi el itinerario de nuestro viaje –  perdonadme, oh lectores perdonadme por viajar una vez en mi vida con itinerario- pensé que había sido alterado por alguna sociedad secreta, porque en lugar de disparar hacia el Valle de la Luna (¿No es San Juan sinónimo del Valle de la Luna?) salíamos hacia San José de Jáchal para visitar los antiguos molinos harineros. Cuando visité Jáchal por primera vez en 2008, el sitio me había parecido de película, por su cordialidad y el entorno agreste de sus valles y cuestas. Sus molinos me habían parecido delicados ingenios moribundos que terminarían por desplomarse pesadamente antes de que las agencias de viaje o las guías supieran de ellos. No había infraestructura, apenas había carreteras. Por eso, al ver el itinerario, acepté la misión de inmediato. Es momento de comenzar a recetar Jáchal a los viajeros que quieren literalmente “descubrir” algo.



No era mi bautismo sanjuanino, ya lo dije, pero había algo único y bizarro en este viaje, porque había llegado en avión. John Ruskin, un inglés del siglo XIX, ya se había quejado del ferrocarril, diciendo que era una “máquina para empequeñecer el mundo”. ¿Qué decir entonces de amanecer en Aeroparque, y estar a media mañana llegando al árido Jáchal en una cómoda transfer? Desde el principio, la circunstancia aérea le dio al viaje una vaga aura de irrealidad. En contraste, en mi primer viaje a Jáchal, había llegado en la excéntrica grúa Liebherr de la foto, a 40 km/h,vaciando varios termos de mate en el camino. Por eso tuve que pestañar cuando delante de mí apareció el viejo poblado, con sus sauces y alamedas, descansando su adobe bajo el sol. Pronto, nuestro grupo fue conducido hacia los molinos…






¿Sabían que San Juan llegó a ser la tercera provincia productora de trigo de la Argentina?  Antes del surgimiento de la Pampa Húmeda agroexportadora, San Juan contaba con 6.000 hectáreas sembradas de trigo y 16 molinos harineros de los que hoy sobreviven cuatro, ya declarados Monumento Nacional. Un censo de 1909 registraba aún 55 personas que declaraban como oficio el de molinero. El Molino del Alto (1876) se alza todavía como un sólido recuerdo de esa época. El complejo, que contaba con su propia herrería, almacén y hasta su fábrica de fideos de sémola dejó de funcionar en 1970, pero se reabrió como museo en 2004. Vale la pena quedarse a solas en el piso superior escuchando el contraste entre el ruido mecánico de las norias, y el fluir del agua, colaboración del hombre y la naturaleza para generar algo tan elemental como la harina. Hablando con Don Dionisio, el cuidador, uno se da cuenta que toda la gente de Jáchal (en adelante los “jachalleros”) están orgullosos de sus molinos. ¿Por qué? Parece que aquí no sólo se molía harina, sino que se forjaba la identidad de un pueblo.




En aquella época dorada, el trigo llegaba en caravanas de mulas desde el resto de la provincia de San Juan, pero también desde La Rioja, Salta o Jujuy. Con tanta demanda, algunos tenían que esperar hasta 15 días para moler sus granos, pero la espera no les molestaba. El molino contaba con corrales para el acampe de los viajeros y el descanso de los animales. Había buen vino y nunca faltaba la guitarra. Las noches eran una fiesta. Los llegados arpegiaban sus historias, cantaban cuecas, y le echaban el ojo a alguna que otra dama. Así muchos se quedaron y echaron raíces. De esa síntesis de riojanos y salteños en tránsito súbitamente embobados con alguna china local nació el jachallero, que por eso se siente jachallero antes que sanjuanino o cualquier otra cosa. Son alegres, fantasiosos y orgullosos.  Un jachallero te  echa falta envido con tres sotas y festeja zapateando el himno nacional arriba de una damajuana.




Pero ese orgullo es colectivo y no individual, y por eso me caen muy bien. Acaso porque el trigo era algo que invitaba a juntarse desde el vamos. Cuando se alzaba la rubia cosecha en un campo, todos los vecinos acudían a trabajar cooperativamente, al estilo de una minga. “Jachal era hermoso, se sesgaba y trillaba en familia en todos los campos” – nos contó un vecino que daba vueltas por allí. En esta parte de San Juan, el espejito retrovisor  de la nostalgia triguera todavía arranca brillos en los ojos. Se añora la abundancia, pero se retiene la idea de comunidad. A veces me parece que en toda la zona de Jáchal, Huaco y Pampas del Chañar flota un idealismo entre el sol y el adobe, de gente que se resiste a la sequía de sus ríos y suspira con súplica al ver sus ruinosos molinos, sin por ello dejar de perseguir sus anhelos. No me quedan dudas, si el Quijote hubiera sido argentino, habría sido molinero en Jáchal.


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BONUS TRACK: EL MOLINO DE SARDIÑA 



Otro de los famosos molinos de la zona es el de Sardiña o Santa Teresa. En 2008, tuve oportunidad de conocer a Don Chicho Sardiña, último molinero, a quien ya no encontré en el presente viaje. Más que un cuidador, Chicho parecía un caballero templario que llevaba siglos custodiando alguna reliquia. No me hubiera extrañado encontrar por allí tirado el Santo Grial…

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BONUS TRACK 2: EL ADOBE




En la zona abundan las casonas de adobe, algunas con elegantes galerías. Cuando pienso en San Juan, las dos primeras sensaciones o imágenes que evoco son esas: el sol y el adobe. Si nos ponemos a pensar, el adobe resulta de la unión de la tierra y el sol.¿Cómo no esperar algo tan perfecto, sencillo y cálido de tales progenitores? Y el mismo sol templó durante siglos la personalidad del sanjuanino. Quizás por eso sean tan amables. 


                                        El adobe en San Juan crea postales como esta…


                                              ... o esta.....



                                                   Empanadas, digan alpiste....

De Jachal continuamos camino hacia la Cuesta de Huaco, deteniéndonos antes en el Camping Agreste Los Cauquenes, un prometedor emprendimiento junto al río Huaco que ofrece la posibilidad de realizar kayak, trekking, escalada, y además tiene un mini museo de objetos arqueológicos. Debo admitir que miré los morteros y puntas de flecha con algo de indiferencia y prisa, porque nos esperaban con un almuerzo de campo, y el matambrito de cerdo estaba para aplaudir con los pies. Sentía que el sol y el Syrah que había bebido me llevaban de la mano hacia el reino de la modorra… El camping nos pareció un excelente lugar para pernoctar de camino a La Rioja, especialmente estratégico para ciclistas que quieran descansar antes de subir la Cuesta de Huaco o viajeros en automóvil o motorhome.


Desde la Cuesta de Huaco, todos los bloggeros invitados nos quedamos ahí como cautivos del paisaje. 




                                                
Y ustedes se preguntarán, ¿por qué hablo tan bien de Jáchal? ¿Qué le debo? No sólo he dejado increíbles amistades en mi paso por la ciudad, como el versátil Pedro Robledo (dueño de una chacharita y… estudiante de Ciencias Políticas) sino que fue en un cibercafé de Jáchal donde por primera vez recibí un e-mail de Laura y empezó toda esta utopía. Por eso sigo  pensando que un Quijote argentino hubiera nacido en Jáchal. 

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ABC DE LOS ACRÓBATAS DEL CAMINO - ¿CÓMO QUE DAN LA VUELTA AL MUNDO A DEDO?

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                             Juan y Laura sobre la línea del Ecuador, 2010

Hola! Si acabás de llegar al blog después de un aterrizaje forzoso de Google  porque nos viste en TV Pública o nos escuchaste en la Radio Metro no te preocupes, sin pánico. Este post es para ordenar un poco los eventos y sepas quiénes son estos viajeros.


La vuelta al mundo a dedo comenzó en 2005 cuando Juan, cansado de su vida sedentaria, decidió tomar la libertad por asalto y lanzarse a los caminos del mundo como siempre había soñado, con su mochila y a dedo. Su  intención precisa era la de explorar la cotidianidad y hospitalidad de las culturas más remotas del planeta, conocer sus idiomas pero también sus cervezas, acampar en sus pueblos, y valles, siempre relacionándose con la cultura local. Si te interesa la filosofía que lleva a una persona a declararse nómada y salir al mundo, quizás disfrutes leer unos de los posts más popualres de este blog, Reflexiones sobre la Libertad Envasada. Faltaba mucho todavía para que Juan conociera a Laura y fueran, ya en plural, “los Acróbatas del Camino”...





                       Noruega, 2005. Pedí un trozo pan y me dieron un Porsche...


               En el Monte Kailash, centro del universo budista. Tíbet, 2006

Primero Juan dedicó sus suelas a recorrer Europa. Vivió en una comunidad hippie en Dinamarca, durmió en un faro sobre el Mar del Norte en Noruega donde una pareja de ornitólogos lo confundió con un cormorán (historia que ilustra cómo, cuando viajamos, pasamos a veces de comer pan duro a manejar un coche deportivo en cuestión de segundos). En fin, Juan se coló en casamientos en Transilvania, cruzó Dusseldorf con una cruz a sus espaldas, y muchas otras locuras. Hasta que llegó a Medio Oriente.




                                              Con los beduinos....

En Medio Oriente, su desafío era cruzar todos los países musulmanes a dedo, para demostrar la hospitalidad de una tierra que sólo salen en las noticias si hay una guerra o catástrofe. Convivió con los beduinos del desierto sirio, entró en Irak de noche, sin mapa ni dinero local, pero terminó haciéndose amigo del primo del presidente y al otro día lo recibieron en el Parlamento de Kurdistán. En Irán pernoctó con la resistencia intelectual a régimen de los Ayatolás, donde escritores y artistas llevan existencias subterráneas para no terminar en la cárcel. Cruzó Afganistán a dedo, en vetustos camiones rusos, durmiendo en casas de campesinos y maestros rurales. Volvió a cometer locuras, claro, incluso allí, tomando el té en un campo minado, siendo cartero por un día, o metiéndose en una base militar americana.



Después de esa aventura, que siguió por India, China y Tíbet, Juan regresó a Argentina donde se enfocó a escribir su primer libro, VAGABUNDEANDO EN EL EJE DEL MAL – Un viaje a dedo en Irak, Irán y Afganistán (Del Nuevo Extremo) que fue publicado en Argentina y España, pero empezó como un librillo artesanal que vendía por los bares. El libro busca ser un puente, quiere demostrar la humanidad de quienes viven en esos países demonizados por la CNN y nuestras tías. Si querés conseguir un ejemplar escribinos a acrobatadelcamino@gmail.com y ayudanos a seguir la vuelta al mundo!


Gracias al libro, Juan conoció a Laura (violines de fondo). Cansado de patear latas vacías por los caminos del mundo, de pronto había encontrado a su princesa vagabunda. Laura, licenciada en turismo, bloggera, autora del Blog Los Viajes de Nena, viajera  nata, incorregible y crónica que ya había dejado huellas en los muelles de Varanassi en la India, en Machu Pichu o en las playas de Centroamérica, y que tenía en claro que no quería seguir trabajando en una oficina para ganar un sueldo con que pagar el alquiler para seguir trabajando en la oficina. Lau y Juan se enamoraron para dar comienzo a la parte más interesante de la vuelta al mundo. Hay equipo. Y volvieron a tirar los dados en su propio continente, Sudamérica…


            Una de las tantas charlas en escuelas. Taganga, Colombia, 2011

Pero no iba a ser un viaje cualquiera por Sudamérica, sino que el desafío era estirar el mapa, encontrar otra América, tomar los caminos más pequeños que hasta los mapas callan, alejados de los sitios turísticos  explorar las problemáticas sociales, de acceso al agua y a la tierra. Pero lo más importante: mientras viajamos, visitamos escuelas, comunidades y centros barriales con nuestro Proyecto Educativo Nómada, fomentando la paz, la empatía y la tolerancia inter-cultural, mostrando imágenes de la diversidad cultural del planeta  para que los niños aprendan a no tener miedo a culturas distintas. Todo ello, gracias al apoyo de nuestros lectores. ¡Enterate cómo sumarte!




Partimos primero rumbo al sur, y cuando el cartel de Ushuaia anunciaba el fin del mundo, logramos subirnos a un barco que navegaba hacia la Antártida. Lee aquí nuestras crónicas desde el continente blanco. Ya regresados a tierra firme, cruzamos toda la Argentina para incursionar en Paraguay, y descubrir una cálida nación donde rodaban los pomelos y mariposa se decía “panambí”. En Bolivia seguimos caminos Incas, donde un universo de piedra y maíz sigue siendo heredero de las tradiciones incas, y donde había que abrirse paso en quechua para entrar en confianza con los campesinos.


                                 Lau arriba de una chiva colombiana. 2011.


                                         Por caminos incas en Bolivia....

De los Andes descendimos a la selva.  En el Amazonas ecuatoriano convivimos con los Shuar, los antiguos reductores de cabezas, que ahora se enfrentaban a la amenaza de empresas madereras y mineras. Con la ayuda de nuestros cómplices, logramos donar a la escuelita de la comunidad una computadora, por ahora uno de los mayores logros del Proyecto Educativo. Quizás el mayor prejuicio de este viaje lo derribamos en Colombia, al comprobar la caballerosa amabilidad de un país acaso tan estigmatizado como Medio Oriente.  Recorrimos el Eje Cafetero, pero también trabajamos con la gente de las humildes comunas en las colinas de Cali. Viajamos en una clásica chiva, y terminamos en la torre de la Catedral de Cartagena haciendo sonar la campana mayor durante un concierto de campanas por el bicentenario. Tras pasar por Venezuela, entramos en las Guyanas para descubrir el único país hindú de Sudamérica… Aún quedan historias por subir al blog del recién finalizado capítulo sudamericano, pero Lau acaba de subir sus crónicas de una re-vuelta.


·        *  Ahora nos encontramos en Argentina, escribiendo el próximo libro, que se llamará “Los Caminos Invisibles de Sudamérica” que saldrá a fin de año y continuando con el Proyecto Educativo Nómada, visitando escuelas y comunidades.

·      *  Para recibir información sobre Vagabundeando en el Eje del Mal - Un viaje a dedo en Irak, Irán y Afganistán, o sobre Un Tango en Tíbet - Locos y penúltimos linyeras en la rutas más desolada del mundo, escribinos a acrobatadelcamino@gmail.com

·      * Habrá una gran charla en Rosario el 25 de octubre, donde contaremos anécdotas del viaje sudamericano y los nuevos desafíos del Proyecto Educativo Nómada. E incluso, quizás les adelantemos por dónde continua la vuelta al mundo…
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      *   Agreganos a Facebook o a Twitter para recibir novedades de la Vuelta al Mundo a dedo!

¡Buenos Caminos! 

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